EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 6,19-23.
No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y
los ladrones perforan las paredes y los roban.
Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los
consuma, ni ladrones que perforen y roben.
Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará
iluminado.
Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en
ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!
comentario del Evangelio por
San Cesareo de Arlés (470-543), monje y obispo
Sermón 32, 1-3; SC 243
"Donde está tu tesoro, allí también está tu corazón"
Dios acepta nuestras ofrendas de dinero y se complace en los dones que les
hacemos a los pobres, pero con esta condición: que todo pecador, cuando le ofrece
a Dios su dinero, le ofrezca al mismo tiempo su alma... Cuando el Señor dijo: "Dad
al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios" (Mc 12,17), es como decir:
"como devolvéis al César su imagen sobre la moneda de plata, le devolvéis también
a Dios la imagen de Dios" (cf Gn 1,26)...
Por eso, como ya dijimos, cuando le damos dinero a los pobres, le ofrecemos
nuestra alma a Dios con el fin de que allí dónde está nuestro tesoro, allí también
pueda estar nuestro corazón. En efecto, ¿por qué Dios nos pide dar dinero?
Seguramente porque sabe que particularmente nos gusta y que pensamos en eso
sin cesar; y que allí dónde está nuestro dinero, allí también está nuestro corazón.
Por eso Dios nos exhorta a tener tesoros en el cielo dando a los pobres; para
que nuestro corazón siga allí donde ya enviamos nuestro tesoro y donde, cuando el
sacerdote dice: "Levantemos el corazón", pudiéramos responder con una conciencia
tranquila: "Lo tenemos levantado hacia el Señor".
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