Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 12
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Aquí se romperá la arrogancia de tus olas * Lo antiguo ha
pasado, lo nuevo ha comenzado * ¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le
obedecen!
Textos para este día:
Job 38,1.8-11:
El Señor habló a Job desde la tormenta: "¿Quién cerró el mar con una puerta,
cuando salía impetuoso del seno materno, cuando puse nubes por mantillas y
nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije:
"Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas"?"
2 Corintios 5,14-17:
Hermanos: Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por
todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan
para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie
según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que
es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Marcos 4,35-40:
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: "Vamos a la otra orilla." Dejando a
la gente, se lo llevaron en la barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se
levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de
agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole:
"Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?" Se puso en pie, increpó al viento y
dijo al lago: "¡Silencio, cállate!" El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:
"¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?" Se quedaron espantados y se
decían unos a otros: "¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le
obedecen!"
Homilía
Temas de las lecturas: Aquí se romperá la arrogancia de tus olas * Lo antiguo ha
pasado, lo nuevo ha comenzado * ¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le
obedecen!
1. La arrogancia de las aguas
1.1 En la Biblia, el agua tiene un significado ambivalente: a veces trae la muerte,
como en el diluvio, pero si ella falta tampoco es posible la vida. Esta doble relación
aparece claramente en el sacramento del bautismo, que representa a la vez nuestra
participación en la muerte de Cristo, para que estemos muertos al pecado, y en la
resurrección de Cristo, para que vivamos para Dios.
1.2 En general, los hebreos no fueron buenos navegantes, como sí lo fueron sus
vecinos los fenicios. Ante el agua los hebreos sentían una serie de temores que
podríamos describir un poco con palabras como inseguridad, inestabilidad,
fragilidad, impotencia o precariedad. En ese sentido todos podemos asociar algo de
nuestras vidas con la experiencia del Pueblo de Dios. Cada uno puede preguntarse
en qué circunstancias se siente firme y en qué momentos se siente naufragar.
1.3 En el breve texto de Job es importante destacar la manera como se describe a
las aguas. Ellas son la imagen del poder del caos, y por eso en el relato del
comienzo de la Biblia Dios "separa las aguas" (Génesis 1,6-7) antes de hacer la
"tierra firme" (Génesis 1,9-10). La creación misma es "separar" en el sentido de dar
un orden, ordenar. La anti-creación, la fuerza del mal, consiste en confundir, crear
caos, hacer desparecer la nitidez que trae la Palabra.
1.4 De esta manera, la expresión "arrogancia de las aguas" refleja ese concepto del
límite que Dios pone a todo lo que trata de ser caos o absurdo en nuestra vida. El
desorden queda así limitado y confinado, de modo que llega a ser parte de un
orden superior. El mal se ve obligado a proclamar el bien.
2. Cristo y la tormenta
2.1 A menudo se predica el evangelio de hoy diciendo que Cristo calmó la
tormenta. Eso vale, por supuesto, si pensamos en las aguas de ese lago pero no es
una descripción del conjunto de lo sucedido. A mí me gusta decir que Cristo cambió
de lugar la tormenta: ya nos son las aguas las que se agitan: son los corazones de
los discípulos.
2.2 Cristo viene a calmar y también a agitar. Trae respuestas que nos pacifican y
preguntas que nos inquietan. Nos hace firmes pero también sacude nuestra
sabiduría convencional. Su palabra refresca y quema a la vez. Su propuesta es
increíblemente sensata y es la mayor locura de amor que se haya oído en esta
tierra.
2.3 Así pues, no miremos a Jesús como un calmante. Es un profeta también; uno
que vino a realizar la verdadera y profunda revolución, que no es destruir a los
malos sino al mal.
Fr. Nelson Medina, O.P.