Solemnidad. La Natividad de San Juan Bautista
San Juan Bautista es el precursor, que prepara los caminos de Jesús, y nos enseña
a hacer espacio a Jesús en nuestras vidas, para vivir auténticamente, hacer de la
oración vida
«Entre tanto le llegó a Isabel el tiempo del parto, y dio a luz un hijo. Y
oyeron sus vecinos y parientes la gran misericordia que el Señor le había
mostrado, y se congratulaban con ella. El día octavo fueron a circuncidar al
niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías. Pero su madre
dijo: De ninguna manera, sino que se ha de llamar Juan. Y le dijeron: No
hay nadie en tu familia que se llame con este nombre. Al mismo tiempo
preguntaban por señas a su padre, cómo quería que se le llamase. Y él
pidiendo una tablilla, escribió: Juan es su nombre. Lo que llenó a todos de
admiración. En aquel momento recobró el habla, se soltó su lengua, y
hablaba bendiciendo a Dios. Y se apoderó de todos sus vecinos un temor y
se comentaban estos acontecimientos por toda la montaña de Judea; y
cuantos los oían, los grababan en su corazón, diciendo: ¿Quién pensáis ha
de ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él». (Lucas 1, 57-66)
1. Celebramos el nacimiento de los santos en su “dies natalis”, su día de pasar al
cielo, pero también celebramos el nacimiento de Jesús, Santa María, y Juan el
Bautista, el día de hoy. Fue su nacimiento con signos extraordinarios, de modo que
« se apoderó de todos sus vecinos el temor y se comentaban estos
acontecimientos por toda la montaña de Judea
El ángel lo comunicó a Zacarías: « Muchos se alegrarán en su nacimiento »
(Lucas 1, 14). Todos los parientes, vecinos y amigos se alegran con su nacimiento.
Nosotros también. La vida es siempre un don de la misericordia de Dios. Señor, te
pedimos hoy que celebremos la vida, que construyamos, ante la locura de esta
cultura de la muerte que quiere abrirse paso, una cultura de la vida que haga los
hijos deseados, queridos, que no sean abandonados o condenados a la muerte
incluso antes de nacer.
El día de hoy tiene gran acogida popular: el folklore con sus hogueras y baños, la
literatura con sus romances e incluso la economía (por ser el día en que se
contrataban los segadores) así lo constatan. La Iglesia colocó esta celebración a
seis meses exactos antes de la navidad, aplicando al ciclo litúrgico la frase "ya está
de seis meses la que consideraban estéril". Juan fue conocido en su tiempo, como
nos cuenta el historiador Flavio Josefo. Es la “bisagra” o continuidad entre el
Antiguo y el Nuevo Testamento. Juan, quiero aprender de ti: no construyes nada
para ti, ni siquiera un grupo de seguidores. Eres puente y camino hacia Jesús. Estás
dispuesto a desaparecer de la escena cuando tu misión esté cumplida.
S. Agustín comenta de ti: “Hoy recibimos al santo Juan, precursor del Señor, el hijo
de una estéril que anunciaba al hijo de una virgen, pero siempre siervo que anuncia
al Señor. Puesto que Dios hecho hombre había de venir mediante una virgen, le
precedió un hombre nacido de una mujer estéril para que aquél -
refiriéndose al cual dice Juan que es indigno de desatar la correa de su
calzado- fuera reconocido como Dios hombre. Admira a Juan cuanto te sea
posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha, repito, a Cristo, no
porque tú le ofrezcas algo a él, sino para progresar tú en él. Admira, pues, a Juan
cuanto te sea posible. Escuchaste qué has de admirar. Un ángel lo anuncia a su
padre, que era sacerdote, y le priva de la voz porque no le dio crédito; permanece
mudo esperando recobrar la lengua con el nacimiento del hijo. Concibe quien era
estéril y anciana, infecunda por doble capítulo: por estéril y por su edad. El ángel
ya anuncia quién va a ser, y se cumple en él lo anunciado. Cosa más maravillosa
aún: aparece lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre. Luego, al llegar
santa María, salta de gozo en el vientre y saluda con sus movimientos a quien no
podía con la palabra. Al nacer devuelve la lengua a su padre y el padre, al hablar,
impone el nombre al niño, y todos se maravillan de gracia tan excelsa. ¿De qué
otra cosa puede hablarse sino de gracia? ¿De dónde había merecido este Juan a
Dios? ¿Cómo mereció a Dios antes de existir para poder merecerlo? ¡Oh gracia,
gratuitamente dada!”
Los judíos celebraban la circuncisión y la imposición del nombre a los ocho días del
nacimiento, se llamaba al niño con su nombre, muchas veces el de su padre. Pero
Isabel dijo: «- Se va a llamar Juan .» Sorprendidos, lo preguntaron al padre, y
éste, tomando una tablilla encerada y un punzón, escribió: «- Juan es su
nombre .» Entonces, comenzó a hablar otra vez (el ángel le había quitado la
palabra por desconfiar de su anuncio). Todos se admiraron mucho. Y es que el
ángel había dicho: « Tu mujer te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan »
(Lucas 1, 13). Juan significa « Dios es propicio », es decir, gracia de Dios. Ya
indicaba el nombre la misión que le tocaría: preparar tus caminos, Jesús. Juan será
« grande a los ojos de Dios ». El precursor. Su nombre lo indica: " Dios se ha
compadecido ", mientras que Jesús significa "Dios salva".
Juan, ya mayor, se llamará « una voz que clama en el desierto para preparar
los caminos del Señor »; y tú mismo, Jesús, dirás de él que es « el más grande
entre los nacidos de mujer ». Zacarías, felicidades por el nacimiento de tu hijo.
Quiero verte, cuando lleno del Espíritu Santo, le llamas « profeta del Altísimo ».
Quiero verte entonar el cántico que leemos cada día en la Liturgia de las Horas,
alabando a Dios en la primera parte, y bendiciendo al niño que te acaba de nacer:
«- Bendito sea Dios, porque visitó a su pueblo y lo redimió, porque levantó
una potencia de salvación en la casa de Israel, porque tuvo misericordia
con nuestros padres y se acordó de su santa Alianza .» Redención, salvación,
Misericordia, Alianza… ¡bendito seas, Dios! ¡Qué hermosos los labios en los que
florecen las alabanzas a Dios, labios como los tuyos, Zacarías, colmados del Espíritu
santo!
Luego, mirando a tu hijo, dices: «- Niño, tú serás llamado profeta del Altísimo,
e irás delante de Él para prepararle los caminos, es decir, prepararle un
pueblo bien dispuesto mediante el conocimiento de la salvación y el perdón
de los pecados, iluminar a los que están en tinieblas y en sombras de
muerte, y dirigir sus pasos por el camino de la paz .» Así me gustaría que
fuera también mi vida, “dar a los hombres la ciencia de la salvación, liberarlos del
pecado, sacarlos de las tinieblas a la luz, y hacer que caminen por caminos de
paz...
Hacen falta personas de prestigio en cada actividad que trabajen con visión
cristiana, que te traten, que luchen por ser santos. Y yo debo ser una de esas
personas” (Pablo Cardona).
« Porque la mano del Señor estaba con él .» Con tu ayuda, Juan, estaré también
yo de la mano de Jesús, ayúdame a conseguirlo.
2. En el segundo poema del Siervo vemos la misión del profeta, del siervo o la
del precursor llamado desde el seno materno . Habla de la salvación universal,
y el siervo será “ luz de las naciones ”. Eres tú, Jesús, quien nos iluminas con tu
luz, como sigue diciendo el salmo 138, canto de las criaturas, donde vemos que tú,
Dios, lo sabes todo y estás presente a nuestro lado, con una presencia salvífica,
capaz de abarcar todo el ser y toda la historia, para «sondear», «conocer»,
saber, penetrar, comprender, distinguir Tu mirada amorosa,
Señor, está centrada en nosotros para darnos tu imagen, como el alfarero y el
escultor, nos «formas»: « Tus manos me formaron, me plasmaron (...).
Recuerda que me hiciste como se amasa el barro (...). ¿No me vertiste
como leche y me cuajaste como queso? De piel y de carne me vestiste y me
tejiste de huesos y de nervios » (Jb 10,8-11). Por eso, Señor, te canto: "Tú me
conoces, mi amor. Sabes todo sobre mí. No puedo ocultarte nada, ni la madeja
enredada de mis idas y venidas, ni mis pensamientos, ni mis proyectos, ni mis
desesperaciones" (Noel Quesson). En ti, Señor, como en un espejo, vemos nuestra
vida: “ Señor, tú me sondeas y me conoces: me conoces cuando me siento o
me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y
mi descanso, todas mis sendas te son familiares.
Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno, porque son
admirables tus obras.
Conocías hasta el fondo de mi alma, no desconocías mis huesos. Cuando,
en lo oculto, me iba formando y entretejiendo en lo profundo de la tierra”.
3. En el primer discurso de Pablo (Hch 13,22-26), el Bautista parece sin solución de
continuidad respecto a los profetas: es el último eslabón de la acción de Dios para
preparar la venida de “un Salvador para Israel: Jesús. Juan, antes de que él
llegara, predicó a todo el pueblo de Israel un bautismo de conversión; y cuando
estaba para acabar su vida, decía: - Yo no soy quien pensáis, sino que viene
detrás de mí uno a quien no merezco desatarle las sandalias”. San Juan, te
pido ayuda para ser yo también un buen instrumento para proclamar “este
mensaje de salvación”.
Llucià Pou Sabaté