Comentario al evangelio del Martes 26 de Junio del 2012
El Salmo primero del salterio ha inmortalizado los dos caminos; en ellos se simbolizan dos tipos de
conducta humana.
En este Salmo el árbol bien regado demuestra la consistencia y felicidad del justo cargado de frutos,
frente a la inconsistencia de la paja que lleva el viento, símbolo del hombre vacío de Dios.
Jesús, Maestro de vida, nos instruye sobre los dos caminos que se abren ante cada uno de nosotros:
ancho y espacioso el camino que lleva a la ruina, mientras que el camino que lleva a la vida, tiene
estrecha la entrada y no es nada fácil caminar por él.
Jesús no nos engaña frente a lo que nos espera si queremos ir en pos de Él. No promete camino de
rosas y alfombra de placeres, sino angosturas, dudas y esfuerzo continuo. Con razón se dice que ser
cristiano es algo maravilloso, pero qué difícil es serlo de verdad.
Me decía un muchacho:
-Padre, ¿por qué es tan difícil ser cristiano?
-Porque ser cristiano es calidad. Y la calidad sólo se consigue con esfuerzo.
Estamos en plenos mundiales de fútbol y hay que ver lo que se invierte en esfuerzo y en dinero para
tener un buen espectáculo. Cuando estaba en el seminario nos visitó un jugador de fútbol de primera
división, hermano de un compañero de comunidad. Fue todo un acontecimiento. Casi no nos podíamos
creer la cantidad de controles que aquel joven tenía fuera del campo, en la rutina de la vida, de noche y
de día. Le seguían a todos lados. Le exigían una disciplina férrea. ¿Por qué? Porque tenía que estar en
forma en el campo el día del partido.
La lectura primera del libro de los Reyes nos presenta a Ezequías que siente la tentación del camino
fácil, la propuesta del rey de Asiria, que era el poder político y militar dominante en aquella época. Lo
más conveniente, visto de tejas para abajo, era arrimarse a él, aunque fuera a costa de poner en peligro
la fe de Israel. Dios escuchará la oración de este hombre atribulado y le librará del peligro. Este
“juicio” sobre los acontecimientos que aplastan al creyente vuelve una y otra vez a lo largo de la
historia. ¿Dónde estaba Dios? se preguntaba hace pocos días el papa Benedicto XVI en Auschwitz.
¿Dónde está Dios? Se preguntaban hace unos meses las víctimas del tsunami. La tentación del
abandono del camino de Dios es a veces insoportable para nuestra condición humana. Sólo la oración
humilde y confiada sostiene al creyente en el camino estrecho que lleva a la vida.
Carlos Latorre