XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Una alforja casi vacía
Las pequeñas cosas pasan hoy desapercibidas. Los montajes con música
estridente y escenarios multicolores nos deslumbran, nos atraen, nos
cautivan. De sujetos pasamos a objetos manipulables. Y perdemos el ritmo
de la vida. Ésta vida nuestra que se teje de detalles, de mirada simple, de
fragancia de flores y sabores múltiples.
Una alforja y veinte panes. O una alforja y cinco panes y dos peces. Fuera
de contexto esto es pobreza, pero es suficiente. Para cien bocas o para una
multitud de cinco mil personas, el asunto se torna irrisorio. Entra a
funcionar el cálculo humano y toda contabilidad aquí se quiebra. Esto pasa
siempre que perdemos de vista la dimensión de la fe. Aquí cambia todo.
Y siempre hay un muchacho, un despistado, alguien que no sabe contar,
sino dar. Eso quería el Señor con sus apóstoles que pusieran algo de su
parte, que hubiese la materia prima de nuestro pequeño aporte sobre el
cual Dios pronuncia su Palabra multiplicadora y, entonces, viene el milagro
que nos enseña a compartir sin medida toda nuestra vida.
Pablo nos habla de la universalidad del don que es fe y es esperanza
compartida de que al fin, la humanidad tendrá una sola mesa, en igualdad
de derecho para todo comensal. Así y sólo así, ya no habrá más hambre y
todo lo que soñamos y anhelamos tendrá feliz cumplimiento en esta única
realidad de un mundo universo para todos y todas.
Cochabamba 29.07.12
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com