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E L GRITO DE LA VIDA , MÁS FUERTE QUE LA MUERTE
13 º D OMINGO DEL T IEMPO O RDINARIO (M C 5,21-43)
1 DE JULIO DE 2012
No hay temporal que cien aos dure, y la tempestad que el domingo pasado
describía el Evangelio, da paso a la bonanza de un Dios que ama la paz saludable, que
ama la vida. Serán dos escenas de enfermedad y muerte, que el Seor encarará con toda
su voluntad salvadora. La Palabra de Dios de este domingo comienza haciendo una
proclama en favor de la vida, diciendo que el Creador ama a su criatura, que no quiere
que perezca ni se malogre en ningún sentido (Sab 1,13-15). El hombre de todos los
tiempos podrá decir que en esto coinciden tanto el designio de Dios como el corazn
humano: ni Creador ni creatura quieren la muerte.
Pero es demasiado evidente la crnica negra que a diario pinta de luto oscuro la
realidad de los vivientes. La muerte de tantos modos. Sin embargo, más allá de todas
nuestras trampas e incoherencias, seguimos soando con el proyecto de Dios, tantas
veces truncado y censurado: hemos sido creados para la vida y para el amor, para ser
felices, bienaventurados, dichosos. Jesús en este Evangelio nos sale al paso para darnos
de nuevo la palabra. Él vuelve con los suyos a la otra orilla, tras un viaje de ida que
veíamos el domingo pasado en el que se puso de manifiesto la fe tan inmadura de los
discípulos. La escena de hoy también nos habla de fe: la de un jefe de la sinagoga, y la
de la mujer que sufría hemorragias. Jesús no desea ni el dolor ni la muerte: ahí está su
actitud ante el dolor de la enfermedad de una mujer y ante el desgarro de la muerte de
la nia.
La hemorroísa quedará curada por la fe y también será la fe de Jairo, el padre de la
pequea, la que obtendrá el milagro de su resurreccin: “no temas, basta que tengas fe”
dirá Jesús a Jairo cuando le comunican el fatal desenlace. Hay un pequeo grupo de
personas muy significativas en la casa de Jairo, que pertenecían a la usanza y folklore
judíos: los flautistas y las plaideras. Su labor consistía en crear un ambiente dramático al
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo
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del por sí drama de la muerte. Al entrar Jesús, estas personas tienen que salir: son
incompatibles quienes cantan a la vida y quienes plaen a la muerte.
En nuestro mundo de cada día, hay muchas muertes de tantas formas, naturales y
artificiales, manifiestas y aterciopeladas, y abundan también las plaideras y flautistas de
turno que crean y fomentan el terror, la corrupcin en todas sus variantes, la tristeza y el
desencanto, pero también hay gente que generan alegría, esperanza, vida. Los testigos de
la fe hemos de pedir incesantemente la ayuda del Seor para que desaloje la muerte y a
sus músicos y plaideros, y trabajar para que nuestra presencia sea prolongacin de la de
Jesús, porque la sanacin y vivificacin de Jesús pasa por nuestras manos a través de las
cuales Él bendice, amonesta, acoge y acaricia. Es el testimonio que se nos pide, el propio
de quien puede contar sin préstamos el paso de Dios en su vida.
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo