“Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.”
San Mateo 8, 5-17:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. TENÍA UN ESCLAVO AL QUE AMABA MUCHO Y ESTABA ENFERMO
Este milagro lo realiza Cristo después del sermón de la Montaña , en Cafarnaúm, donde
tenía, desde hacía ya mucho tiempo, su domicilio (Mt 4:13).
Vivía allí un centurin, no judío, sino gentil, pero que admiraba la religin judía. “Ama a
nuestro pueblo,” decían los de la ciudad, y prueba de ello es que les había levantado la
sinagoga (Lc). Debía de estar a las órdenes de Herodes Antipas, que tenía un pequeño
ejército compuesto de tropas mercenarias y extranjeras organizadas al modo romano. Este
centurión tenía un esclavo al que amaba mucho. Estaba enfermo de “parálisis” y “prximo a
la muerte” (Lc). En esta circunstancia lleg Cristo a Cafarnaúm y el centurin acudi a él
con solicitud y urgencia.
2. "YO MISMO IRÉ A SANARLO".
Se acercó a Jesús un centurión, rogándole: "Señor, mi sirviente está en casa enfermo de
parálisis y sufre terriblemente". Jesús le dijo: "Yo mismo iré a sanarlo". Se llama centurión
porque tiene a su cargo y manda a cien hombres, y este ruega por uno de sus siervos.
Jesús observa la fe, la humildad y la prudencia del centurión, así es como le ofreció
inmediatamente que iría y sanaría al siervo. Lo que nunca había hecho Jesús lo hizo ahora.
En todas partes sigue la voluntad de los que suplican, aquí la excede. No sólo ofreció
curarlo, sino también ir a su casa.
Hizo esto para que conozcamos la virtud del centurión. Además, prometió ir porque se
pedía para un siervo, a fin de ensearnos que “no debemos complacer a los grandes y
despreciar a los pequeños, sino que igualmente debemos complacer a pobres y a ricos”
(San J. Crisostomo).
3. SEÑOR, NO SOY DIGNO DE QUE ENTRES EN MI CASA
San Jerónimo nos explica: Así como admiramos la fe en el centurión, porque creyó que el
paralítico pudo ser curado por el Salvador, así se manifiesta también su humildad, en
cuanto se considera indigno de que el Señor entre en su casa, y por ello: "Y respondiendo
el centurión, dijo: Señor, no soy digno de que entres en mi casa".
Sin duda creyó el centurión que más bien debía ser rechazado por Jesús, esto por ser
gentil. En todo caso él ya estaba lleno de fe y todavía no había recibido para sí el misterio
de seguidor de Jesús..
San Agustín nos comenta sobre esto “Considerándose como indigno apareci como digno,
no de que entrase el Verbo entre las paredes de su casa, sino en su corazón. Y no hubiera
dicho esto con tanta fe y humildad si no hubiese llevado ya en su corazón a Aquel de quien
temía que entrase en su casa, pues no era una gran felicidad que Jesús hubiese entrado en
su casa y no en su pecho”.
4. “NO HE ENCONTRADO A NADIE QUE TENGA TANTA FE”.
Jesús, admirándose, dijo a los que le acompaaban: “Les aseguro que no he encontrado a
nadie en Israel que tenga tanta fe”. Esta es la fe que Jesús nos pide, esa en la cual
renunciamos a apoyarnos en nosotros mismos, en lo que creemos validos, en nuestros
pensamientos, esto es en nuestras fuerzas o en nuestro particular juicio. En efecto, es
distinta nuestra fe si la hacemos abandonados plenamente a ojos cerrados en la Palabra
del Señor, esa Palabra que jamás deja de cumplirse, esa Palabra que es de Vida eterna.
En la lectura de los Evangelios, observamos que la falta de fe, impidió en alguna ocasión al
Seor hacer alguna de sus maravillosas obras, así nos dice Mateo 13,58, “Y no hizo allí
muchos milagros, a causa de la falta de fe”. Es así como debemos vivir en gran profundidad
la fe, de esa manera serían aún más visibles las obras de la gracia del Señor.
Tal como este centurión, que gracias a su fe, obtuvo del Señor Jesús ese milagro de la
curación de uno de sus hombres, no le cerremos a El, ese deseo de poner sus manos en
nosotros por nuestra falta de fe .
5. NUESTRO AMOR DE CRISTIANOS DEBE SER DESINTERESADO
El ejemplo de este centurión, es que el era pagano y en ese entonces supero la fe del
pueblo de Dios, ¿y nosotros?, que nos decimos creyentes, ¿nos damos cuenta que a veces
somos superados en la fe por otros hermanos que no se dicen practicantes o católicos?, la
fe exige sacrificio de si mismo y aceptación total a Dios.
Otro ejemplo que destaca este evangelio, el enfermo no era familiar del centurión, era su
sirviente, pero él se preocupa por su salud. La caridad no tiene y no debe tener límite, debe
se entregada por igual a todos los hombres, sin importar su condición social, si es rico o
pobre, si es joven o anciano, y cual es su raza. Es decir que nuestra caridad jamás se debe
preguntar quien es el que sufre. En otras palabras nuestro amor de cristianos debe ser
desinteresado.
No nos consideremos mejores que los demás, no sintamos superiores que otros,
aprendamos de la natural inclinación que tiene Jesús por la bondad y dulzura por los que
sufren y los mas pobres. Es decir, nunca le cerremos nuestro corazón a ningún necesitado.
6. LE TOCÓ LA MANO Y SE LE PASÓ LA FIEBRE
Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de éste en cama con fiebre.
San Mateo, introduce la escena, según su frecuente método, diciendo sin más; Cuando
Jesús lleg a la casa de Pedro, la suegra de Pedro yacía “en cama con fiebre, slo se
describe que tenía una enfermedad febril.
La curación fue instantánea. Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Los gestos de Jesús en
esta curación hacen plásticamente visible su dominio sobre la enfermedad y la conciencia
clara de su poder. No solamente la dejó la fiebre, sino que se restableció también
instantáneamente de su estado anterior de agotamiento en que deja una fiebre.
El que resucitó, vence la muerte, las enfermedades y miserias, era el que hacía levantarse
a los pecadores y enfermos.
La Paz de Cristo