“Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.”
San Mateo 8, 5-17:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Lectio Divina
JAMÁS HE ENCONTRADO EN ISRAEL UNA FE TAN GRANDE
Entrar en contacto con leprosos, paganos y mujeres no era conveniente para un rabí y, en todo
caso, podía producir un estado de impureza legal. A pesar de todo, Jesús no se sustrae a las
peticiones de curación (según Lucas, también le pidieron que curara a la suegra de Pedro) e
infringe los tabúes que habrían contradicho la lógica misma de la encarnación. Si Dios asume
un cuerpo humano es para comunicarse con el cuerpo del hombre: «El cuerpo es para el Señor
y el Señor para el cuerpo», dirá Pablo (1 Cor 6,13). Jesús interviene en consideración a la fe
del enfermo (el leproso) o de la comunidad (en el caso de la suegra de Pedro), pero tiene
palabras de elogio sobre todo para la fe que un pagano ha manifestado en su palabra. Una fe
de la que dice Jesús: «Jamás he encontrado en Israel una fe tan grande», una fe que nadie
había sido capaz de igualar hasta entonces.
Hoy no es ya el toque taumatúrgico que el Señor despliega en la eucaristía lo que pretendo
experimentar, sino la «simple» fuerza de su palabra. Traigo a mi mente las palabras de vida
que me ha transmitido el Señor, y me interrogo sobre el impacto curador que estas han
producido y siguen produciendo todavía en mi persona.
ORACION
Tú, oh Señor, nos has enseñado que «se redime sólo aquello que se asume» (cf. Ad gentes,
3). Por eso «tomaste nuestras flaquezas y cargaste con nuestras enfermedades», y no
buscaste un «chivo expiatorio» sobre el que cargar el mal que aflige el corazón del hombre,
sino que cargaste tú mismo con él.
Reavivo en mí la certeza de que tú pretendes restituir el género humano a la condición
originaria de belleza y sanidad con que salió de las manos del Creador. Y, mientras pretendo
secundar en mí tu obra taumatúrgica, acojo las penas y los sufrimientos que la vida me reserva,
a fin de asociarme a tu pasión redentora en favor de la santa Iglesia y de toda la humanidad (cf.
Col 1,24).