XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
"Sabemos que hay un Profeta en medio de nosotros"
Ez 2,2-5: "Son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un
profeta en medio de ellos"
Sal 122,1-2a.2bcd.3-4: "Nuestros ojos están en el Señor
esperando su misericordia"
2 Co 12,7b-10: "Presumo de mis debilidades, porque así
residirá en mí la fuerza de Cristo"
Mc 6,1-6: "No desprecian a un profeta más que en su tierra"
Llamado a ser profeta en medio de un pueblo obstinado y rebelde, Ezequiel es
denominado "hijo de hombre", destacando la debilidad humana, frente a la
grandeza de Dios. Parece desprenderse de la expresión: "Sabrán que hubo un
profeta en medio de ellos", que hubiera alguna queja en el pueblo contra Dios.
Mientras Jesús va dándose a conocer, se suceden ocasiones de hostilidad. Al
principio, en esta su tierra, hay "asombro" y "extrañeza"; luego, enemistad. Por eso
el poder milagroso de Cristo parece quedar sin efecto ante la incredulidad de sus
paisanos. Lo que san Marcos describe como "no pudo", san Mateo lo suaviza con un
"no hizo"; pero por idéntico motivo.
No es fácil reconocer que alguien, cuyos orígenes y pasos sean conocidos, intente
un día enseñarnos algo. Sobre todo si ha ascendido de categoría social. Nuestra
ramplona visión se retrotrae en el tiempo. Y, dejando de ver lo que tenemos ante
los ojos, preferimos recordar lo que tenemos en la memoria. A Jesús le dolió la falta
de fe de la gente de su tierra. Pero también le dolería que le trataran
despectivamente con los títulos más "humillantes" que encontraron. Y no por Él,
sino por María y José.
_ "Cristo viene de la traducción griega del término hebreo «Mesías» que quiere
decir «ungido». No pasa a ser nombre propio de Jesús sino porque Él cumple
perfectamente la misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran
ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misión que
habían recibido de Él. Éste era el caso de los reyes, de los sacerdotes y,
excepcionalmente, de los profetas. Éste debía ser por excelencia el caso del Mesías
que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino. El Mesías debía ser
ungido por el Espíritu del Señor a la vez como rey y sacerdote pero también como
profeta. Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función de
sacerdote, profeta y rey" (436; cf. 3783, 1241).
_ "Cuando Jesús confía abiertamente a sus discípulos el misterio de la oración al
Padre, les desvela lo que deberá ser su oración, y la nuestra, cuando haya vuelto,
con su humanidad glorificada, al lado del Padre. Lo que es nuevo ahora es «pedir
en su Nombre» (Jn 14,13). La fe en Él introduce a los discípulos en el conocimiento
del Padre porque Jesús es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6). La fe da su
fruto en el amor: guardar su Palabra, sus mandamientos, permanecer con Él en el
Padre que nos ama en Él hasta permanecer en nosotros. En esta nueva Alianza, la
certeza de ser escuchados en nuestras peticiones se funda en la oración de Jesús"
(2614).
_ "Cristo, que es Maestro y Señor nuestro, manso y humilde de corazón, atrajo e
invitó pacientemente a los discípulos. Cierto que apoyó y confirmó su predicación
con milagros para excitar y robustecer la fe de los oyentes, pero no para ejercer
coacción sobre ellos. Cierto que reprobó la incredulidad de los que le oían, pero
dejando a Dios el castigo para el día del Juicio. Al enviar a los Apóstoles al mundo,
les dijo: «El que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que que no creyere,
se condenará» (Mc 16,16)" (DH 11).
No ser reconocido como profeta en su tierra no significó para Cristo dejar de serlo.
No ser reconocida la Iglesia como la voz legítima de Cristo, no quiere decir que no
lo sea.
Con permiso de Almudi.org