XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Padre Julio Gonzalez Carretti
DOMINGO
Lecturas
a.- Am.7, 12-15: Ve y profetiza a mi pueblo.
Nos encontramos con la serie de visiones del profeta (cc.7-9). Se anuncia la caída
de la dinastía de Joroboán. La predicación de Amós ha despertado la conciencia de
las clases que dirigen a Israel; Amasías sacerdote del santuario de Bétel, la Casa de
Dios, envía un mensaje al rey advirtiéndole, que la predicación de Amós es
conspiradora contra él, que Israel será deportada. Sin esperar la respuesta del rey,
Amasías expulsa al profeta de su tierra: “Véte, vidente” (v. 12). La reaccin al tono
despectivo del sacerdote, es inmediata de parte del profeta: “Yo no soy profeta ni
hijo de profeta, yo soy vaquero y picador de sicómoros. Pero Yahvé me tomó de
detrás del rebaño, y Yahvé me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo Israel." (vv. 14-
15). Desde los tiempos de Samuel, Elías y Eliseo, crearon escuela y tenían sus
discípulos, pero ese movimiento desapareció. En cambio, Amós vivía de su trabajo,
pero el Señor lo sacó de él, para mandarlo a predicar, es un llamado, un
carismático. No niega ser profeta, porque Yahvé se lo mandó, pero si niega serlo
como quisiera Amasías es decir, profeta de profesión. Hay que decir que el
sacerdote teme la palabra de Amós porque en ningún caso lo acusa de falso, al
contrario sabe que lo que anuncia se cumple de verdad. Las últimas palabras de
Amós antes de marcharse, como señal para Amasías, el rey Jeroboán, el pueblo y
su descendencia, anuncia el fin de Amasías y su casa, por la guerra y el destierro
para Israel. Todo lo anunciado por Amós se cumplió exactamente como lo había
anunciado, lo que habla del compromiso con su vocación y ministerio.
b.- Ef. 1, 3-14: Nos amó en Él antes de crear el mundo.
El apstol nos presenta la nueva “economía salutis”, la salvacin que el Padre ha
destinado a las naciones en su Hijo. En él vemos cómo Dios nos ha amado desde
siempre en su Hijo, nos ha elegido para ser santos con su misma santidad,
partícipes de su gloria y alabanza: “Santos e inmaculados en su presencia en el
amor” (v. 4). La sangre preciosa de Cristo, nos ha perdonado los pecados, porque
ha desplegado la riqueza de su gracia, sobre los que se arrepienten y creen en ÉL.
Más aún, nos ha hecho herederos de Dios en Cristo, porque esa es su voluntad,
para ser nosotros alabanza de su gloria (vv.6.12.14). Por el evangelio que hemos
oído y acogido, palabra de salvación en la que hemos creído, somos sellados por el
Espíritu Santo, para tener la prenda de redención de su pueblo para alabanza de su
gloria.
c.- Mc. 6, 7-13: Los fue enviando a predicar.
En este evangelio encontramos el primer envío de los apóstoles por parte de Jesús.
Van de dos en dos, dándole un sentido comunitario a la misión con el testimonio de
cada apóstol y ser testigo el uno del otro. Su mensaje no será otro, que la
invitación a la conversión y la inminente llegada del Reino de Dios, con las
sanaciones y otros signos que avalan su predicación, como la expulsión de
demonios. “Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a
muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.” (vv. 12-
13). La proclamación de la llegada del Reino de Dios exige una planificación, una
preparación, para proclamar la gran noticia. Se va a predicar porque Jesús los
envía, no van a comentar opiniones propias, sino los que se les ha mandado. Al
envío sigue el mensaje, la conversión al Reino de Dios, pero para ellos les había
dado autoridad. Se trata que el evangelio logre la transformación del hombre y,
por lo tanto de la sociedad, para vencer todo lo que amenaza al hombre desde
afuera y no le permite ser plenamente humano y feliz. Si los apóstoles van de dos
en dos, es para que sea la comunidad, donde se escuche y proclame este anuncio
de salvación. La pobreza acompaña a los enviados para que sea el mensaje y la
obra a realizar, predicar la conversión y expulsar demonios, su única riqueza. Las
instrucciones que da Jesús, son para que el talante del apóstol concuerde con el
mensaje a anunciar. El bastón y las sandalias, indican que Cristo los quiere
auténticos misioneros, sin nada más, confiados a las gentes que los acojan. El
evangelista, quiere hacer resaltar la absoluta confianza en la providencia del Padre
y la pobreza de la misión, que redunda en que las gentes vean la carencia de un
interés particular, y que vean en su mensaje la cercanía del Dios de la gracia. La
Iglesia hoy continúa la misión de llamar a la conversión al hombre de todo aquello
que lo aleja de Dios, ofende a su prójimo y no lo hace plenamente ser humano. Son
muchos los malos espíritu que amenazan la vida del ser humano hoy, Jesús quiere
liberarnos de todos ellos, se necesita fe y conversión al Evangelio que nos predicó y
nos predica la comunidad eclesial cuando nos reunimos en la asamblea eucarística
dominical.
Teresa de Jesús comprendió muy bien la enseñanza de Pablo cuando ella comienza
a experimentar que Dios Padre nos ha amado en su Hijo: “¡Oh Jesús y Seor mío,
qué nos vale aquí nuestro amor!, porque éste tiene al nuestro tan atado, que no
deja libertad para amar en aquel punto a otra cosa sino a Vos.” (Libro de la Vida
14,2).