Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 14
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en
medio de ellos * Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia. *
Presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo * No
desprecian a un profeta más que en su tierra
Textos para este día:
Ezequiel 2,2-5:
En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: "Hijo
de Adán, yo te envió a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra
mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son
testarudos y obstinados; a ellos te envió para que les digas: "Esto dice el Señor."
Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que
hubo un profeta en medio de ellos."
Salmo 122 :
A ti levanto mis ojos, / a ti que habitas en el cielo. / Como están los ojos de los
esclavos / fijos en la manos de sus señores. R.
Como están los ojos de la esclava / fijos en las manos de su señora, / así están
nuestros ojos / en el Señor, Dios nuestro, / esperando su misericordia. R.
Misericordia, Señor, misericordia, / que estamos saciados de desprecios; / nuestra
alma está saciada / del sarcasmo de los satisfechos, / del desprecio de los
orgullosos. R.
2 Corintios 12,7b-10:
Hermanos: Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un
ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al
Señor verme libre de él; y me ha respondido: "Te basta mi gracia; la fuerza se
realiza en la debilidad." Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque
así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis
debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades
sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Marcos 6,1-6:
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó
el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba
asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han
enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de
María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con
nosotros aquí?" Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: "No desprecian a
un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa." No pudo hacer
allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se
extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Homilía
Temas de las lecturas: Son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en
medio de ellos * Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia. *
Presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo * No
desprecian a un profeta más que en su tierra
1. Un pueblo rebelde
1.1 La primera lectura de hoy describe con una palabra la actitud del pueblo que
Dios se escogió: son un pueblo rebelde. Casi no podría ser mayor el contraste: Dios
es persistente en amar y su pueblo es obstinado en huir del que le ama. ¿Por qué
pasa así? La pregunta no es arqueológica sino existencial. Traducida al lenguaje de
la virtud es: ¿Y por qué no somos santos?
1.2 Esta rebeldía en el fondo es rechazo a la Palabra de Dios y deseo de seguir las
propias "palabras." Y como a Dios por lo visto no se le puede hacer daño visible, el
rechazo y desprecio a Dios se vuelve contra aquellos que hablan de parte de Dios,
es decir, se vuelve contra sus profetas. Por esta razón pertenece al destino
inevitable del profeta experimentar el repudio de su propia gente. Este es el
pensamiento que atraviesa las lecturas de hoy, en particular, la primera y el
evangelio.
1.3 Un hecho que no debe quedar inadvertido es que el profeta se acredita ante
Dios y ante el pueblo (rebelde) de Dios a través de esa relación conflictiva y a
menudo dolorosa. El Señor le dice a Ezequiel: "sabrán que hubo un profeta." Es
decir: la gente puede negar el contenido del mensaje pero de una o de otra forma
tendrá que admitir que existió el mensajero, y que ese mensajero venía de Dios. En
este sentido el profeta vence al final, pero el precio es morir a sí mismo y perder
casi todo apoyo que no sea Dios.
2. Creían que lo conocían
2.1 El evangelio, por su parte, subraya otro peligro: lo que san Pablo llama "juzgar
según la carne" o "según criterios humanos."
2.2 Los paisanos de Jesús creían que lo conocían y por eso pensaban que podían
deducirlo o explicarlo a partir de lo que habían visto de él, cuando en realidad no
habían visto nada, porque los ojos de la gente suelen estar cerrados para el bien
que no hace ruido ni se hace propaganda. Así que como no sabían nada de él
juzgaban que nada se debía esperar de él: creían que lo conocían.
2.3 El Cielo, adonde Dios nos lleve por su piedad, será un lugar de tremendas
sorpresas. Descubriremos de seguro cuán poco conocimos de las personas que
siempre tuvimos cerca, tan cerca, que eran como las páginas de un libro cuyas
letras eran borrosas de tan pegadas a nuestros ojos.
2.4 Jesús se extrañó de la falta de fe de sus paisanos. Esto deja un tono de cierta
melancolía a la reflexión de hoy. Perder la fe es perder el puente y la puerta a todo
lo demás que sigue, y todo lo demás que sigue es grande. Perder la fe es escoger el
hambre y desechar el pan. Señor: ten misericordia de nosotros.
Fr. Nelson Medina, O.P.