"Sígueme"
Mt 9, 9-13
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
COMPARTIR LA NECESIDAD DE PERDÓN QUE LE ABRE A LA SALVACIÓN Y A LA
DICHA.
Tener hambre y sed no de pan y agua, sino de la Palabra del Señor constituye la gran
experiencia de los profetas, y también del profeta que hay en cada cristiano. «No sólo de
pan vive el hombre», dice Jesús cuando es tentado en el desierto. La verdadera tentación
para el hombre es la pérdida de la percepción del hambre de la Palabra que le hace vivir,
por encima del hambre del pan que lo alimenta. Sin embargo, el castigo sobre Israel
procede de un pecado que podríamos definir como «reducción del tiempo» (el novilunio, el
sábado) para cálculos oportunistas y personales, como ocasión para concluir negocios,
para obtener beneficios inmediatos. «Convertiré en duelo vuestras fiestas, y en
lamentaciones vuestros cánticos»: no tiene que hacer gran cosa el Señor para infligir este
castigo. El hombre obtiene por sí mismo su propio castigo. Pierde el sentido del tiempo
como amor y misericordia y lo recupera, sin embargo, en la «comida con los pecadores», en
el compartir la necesidad de perdón que le abre a la salvación y a la dicha.
ORACION
Haz, Señor, que, cuando nos acerquemos a tu mesa, nos acordemos siempre de nuestra
doble vestimenta: nosotros te acogemos como huésped nuestro para que tú nos acojas
como huéspedes tuyos. Sólo así, a través de este misterio de comunión, que es superación
del pecado y don de salvación, podremos evitar que nuestro culto se trueque en lamento,
en un cumplimiento vacío o en una repetición enajenadora.
Que tu Palabra y tu sangre, oh Jesús, nos vuelvan raudos al designio que has preparado
para nosotros: tú has realizado ya lo que nosotros tenemos aún por delante como tarea,
pero nos acompañas -eternamente solidario- también en nuestro trabajo cotidiano. Haz que
podamos descubrir siempre en nuestra tarea tu don.