EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 10,7-15.
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a
los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.
No lleven encima oro ni plata, ni monedas,
ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que
trabaja merece su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable
y permanezcan en su casa hasta el momento de partir.
Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.
Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa
paz vuelva a ustedes.
Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa
ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies.
Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos
rigurosamente que esa ciudad.
comentario del Evangelio por
San Buenaventura (1221-1274), franciscano, doctor de la Iglesia
Vida de San Francisco, Leyenda mayor, cap. 3 (Traducción: Jesús
Larrínaga, o.f.m. (BAC 399) Madrid, 1998, 7ª edición (reimpresión), págs.
377-500.)
“Por los caminos proclamad que el Reino de los cielos está cerca”
En cierta ocasión asistía devotamente a una misa que se celebraba en
memoria de los apóstoles, se leyó aquel evangelio en que Cristo, al enviar a sus
discípulos a predicar, les traza la forma evangélica de vida que habían de observar,
esto es, que no posean oro o plata, ni tengan dinero en los cintos, que no lleven
alforja para el camino, ni usen dos túnicas ni calzado, ni se provean tampoco de
bastón.
Francisco, tan pronto como oyó estas palabras y comprendió su alcance, el
enamorado de la pobreza evangélica se esforzó por grabarlas en su memoria, y
lleno de indecible alegría exclam: “Esto es lo que quiero, esto lo que de todo
corazn ansío”. Y al momento se quita el calzado de sus pies, arroja el bastn,
detesta la alforja y el dinero y, contento con una sola y corta túnica, se desprende
la correa, y en su lugar se ciñe con una cuerda, poniendo toda su solicitud en llevar
a cabo lo que había oído y en ajustarse completamente a la forma de vida
apostólica.
Desde entonces, el varón de Dios, fiel a la inspiración divina, comenzó a
plasmar en sí la perfección evangélica y a invitar a los demás a penitencia. Sus
palabras no eran vacías ni objeto de risa, sino llenas de la fuerza del Espíritu Santo,
calaban muy hondo en el corazón, de modo que los oyentes se sentían
profundamente impresionados. Al comienzo de todas sus predicaciones saludaba al
pueblo, anunciándole la paz con estas palabras: “¡El Seor os dé la paz!” Tal saludo
lo aprendió por revelación divina, como él mismo lo confesó más tarde... Así, pues,
tan pronto como llegó a oídos de muchos la noticia de la verdad, tanto de la sencilla
doctrina como de la vida del varón de Dios, algunos hombres, impresionados con su
ejemplo, comenzaron a animarse a hacer penitencia, y, abandonadas todas las
cosas, se unieron a él, acomodándose a su vestido y vida.
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