XV Semana del Tiempo Ordinario
Martes
Dios nos pide fidelidad, escucha la voz del pobre y del oprimido y en cambio
deja hundir al orgulloso para que venza su ignorancia y se salve
“En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde
habla hecho casi todos sus milagros, porque no se habían
convertido: -«¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en
Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo
que se habrian convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que
el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a
vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al
infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que
en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será
más llevadero a Sodoma que a ti» (Mateo 10,20-24).
1. Te vemos, Jesús, proclamar tu Reino, nos dices que hay que
saber tomar partido "por" o "contra". –“ Se puso entonces a
recriminar a las ciudades, donde había hecho casi todos sus
milagros, por no haberse convertido ”. Nos dices que la vida humana no
es un "juego", es algo muy serio; donde tiene lugar un juicio: nuestras
vidas cotidianas son: -o una correspondencia a Dios... -o un rechazo de
Dios... En todo momento nuestros actos son una elección "por o contra"
Dios. Nos haces pensar en la voluntad de Dios sobre nosotros, en
correspondencia a la gracia. Señor, ¿qué esperas HOY de mí?
- "¡Ay de ti, Corozain, ay de ti Betsaida". Este “contrapunto” a las
"bienaventuranzas" nos ayuda a reflexionar, Jesús, en contraposición al
" Bendita tú eres, María..." "Bienaventurados los que escuchan la
Palabra de Dios..." "Bienaventurados los pobres de corazón, los
humildes, los mansos, los limpios de corazón..." Las ciudades a orillas
del lago de Tiberiades, las que más ocasiones tuvieron de oír a Jesús y de
ver sus milagros tenían que haber respondido mejor a las gracias que Jesús
les ofrecía. Y ello hubiera sido su felicidad. Pero, por el contrario, se
hundieron con el rechazo y la desgracia. "Malditos los que no escuchan la
Palabra de Dios..." "Maldito eres tú, si no sabes estar atento a los
acontecimientos en los que Dios te da un signo y quiere hablarte..." ¿Soy yo
quizá uno de esos "privilegiados", que han tenido la suerte de oír muchas
veces a Jesús? ¿Acepto seriamente esta responsabilidad? ¿Qué gracias
particulares he recibido?, ¿qué buenas ocasiones se me han presentado? ¿A
qué me compromete todo ello?
-“ Porque si Tiro, Sidón, Sodoma y Gomorra... hubieran recibido
los mismos beneficios que tú... hace tiempo, que se habrían
arrepentido... El día del juicio habrá menos rigor para ellas que para
ti ”... Las ciudades judías de la orilla del lago -Corozain, Betsaida- son
comparadas a las ciudades paganas del norte y del sur -Tiro, Sidón,
Sodoma, Gomorra-. Esas ciudades, en tiempo de Jesús, eran el símbolo del
desenfreno, del orgullo. Ahora bien, Jesús anuncia que su castigo será
menos riguroso que el de las ciudades que han recibido el evangelio. Sí,
porque, como entre nosotros, en la inmoralidad y el mal que pueden hacer
los que no conocen a Jesús, hay mucha ignorancia (Noel Quesson).
Los talentos que tenemos son recibidos, son, a la vez, don y
compromiso. Cuanto más ha recibido uno, más tiene que dar.
Nosotros somos verdaderamente ricos en gracias de Dios, por la
formación, la fe, los sacramentos, la comunidad cristiana. ¿De veras
nos hemos «convertido» a Jesús, o sea, nos hemos vuelto totalmente a él,
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y hemos organizado nuestra vida según su proyecto de vida? ¿O, tal vez,
otras muchas personas, si hubieran sido tan privilegiadas en gracias como
nosotros, le hubieran respondido mejor? (J. Aldazábal).
2. Isaías (7,1-9) nos cuenta: -“ En tiempo de Ajaz, rey de Judá. El
rey de Siria, Rasón, de acuerdo con el rey de Samaria, subió a
Jerusalén para asaltarla. Cuando en el palacio del rey se supo que el
ejército sirio acampaba con Efraím, se estremeció el corazón del rey
y el de su pueblo, como se estremecen los árboles por el viento”. ¡Es
la guerra! En el año 735 a. C. Jerusalén está cercada por los ejércitos que
acampan a pocos kilómetros antes de dar el asalto definitivo. El
enloquecimiento es general. El mismo Ajaz en un alocado gesto de
desesperación ha ofrecido en holocausto su propio hijo al abominable dios
Moloch (II Reyes,16-3).
-“ El Señor dijo a Isaías: "Ve al encuentro de Ajaz, al final del
acueducto de la alberca superior, por la calzada del campo del
Batanero..."” El profeta tiene una misión, anunciar: -“Ten calma, no
temas ni desmaye tu corazón por ese par de tizones humeantes, el rey de
Siria y el de Samaria”. Ante el peligro de caída de una civilización, la fe lleva
a tener una visión sobrenatural. ¿Sé yo escuchar a Dios que también
me habla a mí; a través de todo lo que sucede, especialmente a
través de las situaciones colectivas que afectan a un gran número
de personas? Este es un punto de examen de hoy: procurar escuchar lo
que Dios dice en pleno centro de los acontecimientos.
- “Ve a encontrar a Ajaz con tu hijo «Sear yasub» -que
significa: «Un resto volverá»”. Ese hijito con el que Isaías va a
encontrar al rey, que acaba de matar al suyo, lleva un nombre de
esperanza. ¡No! el futuro de la nación no es un callejón sin salida, pues si la
población de Jerusalén fuere deportada, «un pequeño resto regresará». El
“resto de Israel” será profético de la Iglesia, en una historia no exenta de
enemigos.
La fe desnuda nos lleva no al éxito mundano, sino a la
esperanza en un Dios que sigue presente en el seno mismo de los
fracasos. Un pequeño resto regresará. Ese tema del «pequeño resto»
pasará a ser un verdadero leit motiv de la Biblia: es la lucecita invencible
que subsiste en los días tenebrosos, y la clave es la fe: -“ Si no creéis
firmemente en Mí, no subsistiréis”.
3. El salmo insiste en esta confianza, basada en el amor que Dios
tiene a Jerusalén: «Dios ha fundado su ciudad para siempre, su
monte santo, una altura hermosa, alegría de toda la tierra... Los
reyes se aliaron para atacarla juntos, pero huyeron despavoridos».
Por esta vez, Dios ahorra a su pueblo la catástrofe nacional que ya se
ve en el horizonte. Nos irían mucho mejor las cosas, tanto en la Iglesia
como en la sociedad, y en cada familia y comunidad, si fuéramos más fieles
a Dios y sus caminos.
No es que cada desgracia sea castigo del pecado, o cada éxito,
premio a la virtud. Pero nosotros mismos nos vamos construyendo un
futuro bueno o malo según qué caminos seguimos. El que siembra
vientos recoge tempestades . El mal que hacemos tiene siempre
consecuencias. ¿Cómo podrá ser estable un edificio -nuestra vida- si lo
construimos basándonos en el interés o la falsedad?
La fidelidad a Dios será el centro de nuestras miras, que abarcan
también los medios humanos para hacer las cosas con la inteligencia, pues
parte de la providencia divina es nuestra capacidad de provisión.
Llucià Pou Sabaté
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