“Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente”
Mt 10, 7-15
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
ANUNCIANDO PRECISAMENTE ESE REINO DE DIOS QUE ES LA LUZ , EL SENTIDO
Y LA ALEGRÍA DE MI VIVIR.
La vida, sobre todo en nuestros días, está repleta de tensiones y de atosigamientos que
tienden a triturar las jornadas, a disipar y a empobrecer el espíritu. ¿El antídoto?
Percibirme, precisamente hoy -no mañana, ni pasado mañana-, en mi debilidad, como el
niño que el tiernísimo Abbá del cielo alza hasta sus mejillas con una fuerza y una ternura
infinitas. Creo, estoy seguro por la fe, que él me saca de los diferentes Egiptos que son las
distintas esclavitudes en que se ha enredado mi «obrar», un «obrar» frenético sin
acordarme de Dios.
El drama de muchos cristianos es realizar sólo intelectualmente que el Señor cuida de
nosotros. De ahí el desaliento, el sentido de angustia e incluso de traición cuando
tropiezan con la prueba, con el dolor, con las dificultades de la vida. Ahora bien, el hecho
de que Dios sea «Dios y no hombre», si lo creo hasta el fondo en mi corazón, pacifica y
ordena la existencia de raíz. De esta certeza de que hay un Dios, cuya identidad es amor
(cf. 1 Jn 4,16), que nos ama y se preocupa por nosotros, brota ese estilo del que habla
Jesús en el evangelio. Soy amado gratuitamente, me siento colmado de diligentes
cuidados. En consecuencia, el lema de la gratuidad es mi referencia a los hermanos,
anunciando precisamente ese Reino de Dios que es la luz, el sentido y la alegría de mi
vivir. Esta riqueza, absolutamente gratuita, es la que estoy llamado a entregar. Y,
precisamente dentro de este círculo de gratuidad, vivir se convierte en el aliento de la gran
expectativa: «Vuelve raudo, Señor, como la luz difundida sobre la ola, que brilla con
destellos inesperados» (D. Doni).
ORACION
Señor Jesús, te ruego que tomes posesión de mi corazón profundo. Concédeme estar
seguro de tu presencia en el centro de mi ser, más allá de mis fáciles depresiones, de mis
euforias y de las ansias que hay en mí. Y haz que, a través de ellas, entre en contacto a
menudo contigo. Tú, por encima de mis «Egiptos» y de las «ruinas» de una vida
superficial, naturalista y, por ello, destructiva, puedes llegar al núcleo vial de mi ser,
cargado de promesas. Tú y sólo tú puedes hacerlo florecer en continua y verdadera actitud
de entrega.
Haz que te reciba día tras día a través de la gratuidad de tu amor tierno y delicado y que
con este amor vaya anunciando tu Reino con el estilo de lo gratuito y de la sencillez.