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E NSAYO GENERAL
D OMINGO 15 º DEL T IEMPO O RDINARIO (M C 6,7-13)
15 DE JULIO DE 2012
Tocaba ya el ensayo general. Ya habían visto no poco aquellos discípulos al igual
que habían escuchado detenidamente muchas veces al Maestro. Le habían visto predicar
y actuar por doquier. Seguramente que se sentían orgullosos de Jesús y hasta de ellos
mismos: no era nada pertenecer al grupo de seguidores del Maestro de moda! A un
cierto punto Jesús les sorprende con una inslita decisin: enviarles misioneramente a
Palestina.
Si en el tiempo de los preparativos ellos hubieran imaginado el desenlace o acaso
la estrategia a seguir, posiblemente la hubieran organizado de un modo muy diferente.
Cmo se presentarían ante los demás precisamente ellos, los discípulos de Jesús? No
sería de extraar que hicieran cábalas arrogantes y algo triunfalistas, quienes en otro
momento aspiraban a ocupar un puesto a la derecha y a la izquierda de Jesús cuando
éste llegase a la casa del Padre, quienes no dudaban en pedir que un ángel echase azufre
a los que no pertenecían a su círculo estrecho, o quienes cortaban la oreja a todo guardia
que se moviese en el trance del apresamiento del Maestro. Se las tenían duras aquellos
discípulos. Pero Jesús los equip con otro tipo de ropaje y con otro estilo de misin: irían
de dos en dos, lo suficiente para que se apoyen y sostengan en los contratiempos; con
poder sobre los espíritus inmundos; y con un avituallamiento realmente pobre y humilde:
un bastn, una túnica y sandalias, sin pan, ni bolsa, ni dinero en el cinturn.
Era como hacer las “prácticas” de discípulo tras haber vivido y convivido con el
Maestro. Y al igual que sorprendería Él a quienes esperaban de su mesianismo otra cosa,
como por ejemplo un mesías guerrillero, antirromano, celoso e intransigente con las
prescripciones de la ley..., seguramente que también sorprendería este estilo misionero
casi ingenuo y naf de los discípulos de Jesús.
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo
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La tentacin siempre es la misma: o nos escondemos en las sacristías y decimos
que ya actuará el Seor, o nos armarnos hasta los dientes con las armas al uso (sean
bélicas, o dialécticas, o de presin, o de intolerancia varia...), para imponer la Buena
Noticia del Reino. Nunca ha sido ése el camino, ni siquiera durante las “prácticas” de
aquellos primerísimos cristianos. Hay que actuar, hay que sacar la fe a la plaza pública y
proclamarla con el lenguaje de la vida. Pero como hicieron entonces los discípulos de
Jesús, hay que ir en su Nombre y sabiéndonos por Él enviados: predicar el
arrepentimiento y la conversin, la gozosa posibilidad de volver a empezar, de dirigir
nuestra mirada a Dios y adherirnos a su Verdad sobre nosotros y sobre la historia toda,
echar los mil demonios que nos endiablan dividiéndonos por dentro y enfrentándonos
por fuera, y ungir a los dolientes de todos los sufrimientos con el dulce bálsamo de la
esperanza y la paz.
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Ovied
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo