16 de julio, la Virgen del Carmen
Estrella del mar, estrella de los que navegamos por el mar del mundo, ruega por
nosotros
«Aún estaba él hablando a las multitudes, cuando su madre y sus
hermanos se hallaban fuera intentando hablar con él. Alguien le dijo
entonces: Mira que tu madre y tus hermanos están fuera intentando hablarte.
Pero él respondió al que le hablaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis
hermanos? Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi
madre y mis hermanos. Pues todo el que haga la voluntad de mi Padre que
está en los Cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.» (Mateo 12,
46-50)
1. La Virgen María es nuestra Madre, y hoy la celebramos con su manto
que nos protege, como tantas veces se la representa: nos cubrimos con su
vestido y quedamos salvados . La primera lectura nos habla de Elías, el Profeta de la
Inmaculada: el gran Vidente subió a la cima del Monte Carmelo y elevó al Altísimo una
oración ferviente para que enviara la lluvia fecundante, de la que hacía tres años y
medio que se carecía en Palestina. Después de que Elías hubiera instado siete veces al
Señor, vio alzarse del mar una nubecita, pequeña como la huella del pie de un hombre,
que, salida del mar se expandió con gran rapidez por toda la anchura del cielo, ya los
pocos momentos vertía sus aguas purísimas sobre la tierra, que restaba toda renovada
y embellecida.
En el siglo XII algunos eremitas se retiraron a aquel monte, y fueron formando
un Orden dedicado a la vida contemplativa, bajo el patrocinio de la Virgen María. Nace
especialmente para dar culto y tratar de imitar la Virgen María. De este pequeño grupo
de hermanos, reunidos junto a la fuente de Elías, nacerá lo que hoy es la Orden de los
Carmelitas, consagrada a la Virgen del Monte Carmelo, Madre del Señor. En la
Escritura se hace referencia muchas veces a la vegetación exuberante del sagrado
monte del Carmelo, ligado desde antiguo a la experiencia de Dios a través de la vida y
el ministerio del profeta Elías. La frondosidad y la belleza del Carmelo evocaban
aquella otra belleza que adornó siempre a María: su docilidad a la palabra de
Dios, su oración callada y su fe inquebrantable. A ella se le pueden aplicar con
razón las palabras del profeta Isaías: "Le han dado la gloria del Líbano, el
esplendor del Carmelo y del Sarón " (Is 35,2).
Es tradición de la Orden Carmelita que Dios mostró proféticamente a Elías en
aquel nubecilla sobre el mar la figura de una Virgen que vendría al mundo limpia
de mancha, y que, cuando sería doncella, daría a luz al Hijo de Dios sin
detrimento de su virginidad... es así el Profeta de la Inmaculada que
contempla de rodillas la nubecita simbólica que se alzaba como estrella .
Cuenta una tradición piadosa que Elías buscó almas puras que supieran amar a
María, y que siguieran amándola hasta el fin de los siglos. Y entonces nació, hijo
verdaderamente del amor a María, el Orden Carmelita, y con sus hijos construyeron en
la misma montaña del Carmelo una capilla que, según testimonio de Juan, Patriarca de
Jerusalén, consagraron "a la Virgen que da a luz", "Virgini pariturae", la primera que se
le dedicó en toda la tierra. Y de ahí el nombre de "Hermanos de la Bienaventurada
Virgen María del Monte Carmelo" que los primeros cristianos daban a los religiosos de
la Orden del Carmelo, quienes consagraron sus vidas y virginidad a la Virgen Madre
que desde entonces fue la Amada bellísima de sus corazones enamorados. Los
sábados, en honor a la Virgen se canta en los monasterios carmelitas solemnemente la
Salve.
Se habla de una gruta excavada en el Carmelo donde iban los judíos a oír los
sábados la explicación de la ley divina, gruta llamada "escuela de los profetas". Explica
Josef, diácono de Antioquia (a. 130) que unos hombres solitarios, dados a la
contemplación e imitadores de Elías y Eliseo Profetas, se unieron a los Apóstoles en
calidad de coadjutores, y que, venidos del Monte Carmelo, predicaron la fe de Cristo
valientemente por Galilea, Samaria y toda la Palestina. En continuidad con ellos, la
Orden del Carmelo tiene santos como Juan de la Cruz y Simón Stock, y santas que dan
honor a la orden, desde Teresita del Niño Jesús, tan querida, a la gran Teresa de Jesús.
"De la abundancia del corazón habla la boca", y estos hijos del Carmelo extendieron la
fe en Jesús devoción a María, la Reina de sus amores, por todas partes.
La Orden Carmelitana es hija del amor a María, y eso es sin duda una de sus
glorias más grandes. Y por el escapulario del Carmen todos estamos unidos en
esta filial devoción mariana. Y es que entre los corazones y las almas que
vibran, sienten y piensan de igual manera, pronto se establece una corriente
secreta de simpatía que engendra a menudo un amor profundamente cordial.
2. María agradeció este amor de sus hijos dándoles la Escapulario.
Huyendo de la persecución musulmana, los carmelitas llegaron a Europa a principios
del siglo XIII, y tuvieron por parte del pueblo una buena acogida, pero fueron muchos
los que tuvieran celos y empezaron a trabajar para que fueran suprimidos. El año 1251
el Prior General de la Orden, San Simón Stock, acudía a la Virgen María, como Patrona
de la Orden para que la liberara de los enemigos que atentaban contra su existencia.
Una noche, cuenta la tradición, era el 16 de julio de ese mismo 1251, se le
apareció la Virgen llevando el escapulario, y desde entonces se extenderá esta
devoción al escapulario del Carmen . El amor de María, que es siempre dispuesto a
socorrer necesidades, a consolar corazones ya enjugar lágrimas, rebasó
magníficamente las aspiraciones del afligido Simón, prueba bellísima de cómo la
Virgen escucha siempre las plegarias de sus hijos que la invocan confiados en
su bondad y poder , de ahí nuestra confianza para recurrir siempre a su corazón
maternal.
« Creemos que entre las formas de piedad mariana deben contarse
expresamente el Rosario y el uso devoto del Escapulario del Carmen. Esta
última práctica, por su misma sencillez y adaptación a cualquier mentalidad,
ha conseguido amplia difusión entre los fieles con inmenso fruto espiritual »
(Pablo VI, Exhortación Marialis Cultus ). Entre todas las prácticas de devoción que se
han introducido en la Iglesia en honor de la Virgen, la del santo Escapulario es de
las más seguras, puesto que no se encuentra de otra que haya sido
confirmada con milagros más auténticos y estupendos... "Lleva sobre tu pecho
el santo escapulario del Carmen . -Pocas devociones -hay muchas y muy buenas
devociones marianas- tienen tanto arraigo entre los fieles, y tantas bendiciones de los
Pontífices-. Además, ¡es tan maternal ese privilegio sabatino!" (J. Escrivá, Camino
600).
El primer milagro del Santo Escapulario lo explica el mismo día que lo recibió san
Simón de manos de la Virgen, el Padre Swànington su secretario, que visitó al hermano
de un obispo, que moría a consecuencia de las heridas de un duelo. Se acercó, y vio un
triste agonizante que blasfemaba continuamente. Se le acercó y le hizo la señal de la
cruz, y le puso la misma vestidura que le dio la Virgen. Cambió el rostro del
enfermo de repente, que pasó de infernal a la de un pobre arrepentido y se
apoderó de su corazón un gran dolor de las culpas cometidas, confesadas las
cuales, traspasó dulcemente . El cardenal Tarancón tuvo una experiencia similar.
Los privilegios del santo Escapulario son dos: preservación del infierno y
liberación del Purgatorio . Explica San Simón Stock que rezaba la oración: " Flor del
Carmelo, / Viña florida, / Claror del Cielo, / Virgen fecunda / Y singular.
Madre amorosa, / De barón intacta, / A tus hijos da / Bellos privilegios, /
Estrella del mar ". Y fue entonces cuando se le apareció la Virgen "escoltada de
innumerables ángeles, y teniendo en sus manos el Escapulario de la Orden, me dijo:
'Toma, hijo mío carísimo, este Escapulario de tu Orden, señal de mi confraternidad y
privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera con él no sufrirá el
fuego eterno. Él es señal de salvación; salud en los peligros; alianza de paz y
de pacto sempiterno ".
La bula sabatina del Papa Juan XXII recoge las palabras que la misma Virgen le
dirigió: " Yo soy la Madre de la Misericordia -dice Nuestra Señora del Carmen-, y
descenderé al Purgatorio el primer sábado después de la muerte (de quien
haya llevado dignamente el escapulario), y lo libraré para conducirlo al Monte
Santo de la vida eterna ". Al llevar el Escapulario quedamos unidos a esta familia
carmelitana, y va bien sentir las cosas de la familia como propias.
En primer lugar, el Escapulario es un vestido (que se ponía sobre los hombros),
la protección del manto de la Virgen que nos da como una invisible protección
materna, que nos tiene siempre seguros, estamos en buenas manos . El mes de
julio, consagrado a la Virgen del Carmen, es un tiempo para pensar en ese amor y
ternura de nuestra Madre la Virgen .
3. La Virgen María es " la Madre Sacratísima" que "estaba siempre firme en
la fe " (Santa Teresa de Jesús, 6 Moradas ), llena de "tan gran fe y sabiduría" que
siempre aceptó en su vida los caminos de Dios, escuchando humildemente la
Palabra (cf. Conceptos del Amor de Dios ).
Para San Juan de la Cruz María fue siempre dócil a los impulsos del Espíritu
Santo, pues " nunca tuvo en su alma impresa forma alguna de criatura, ni por
ella se movió, sino siempre su moción fue por el Espíritu Santo " ( 3 Subida ).
María, que " guardaba todas las cosas y las meditaba en su corazón " (Lc 2,19) y
que vivió siempre unida en la fe y el amor con Cristo su Hijo, es modelo e ideal
evangélico para todos. La celebración de santa María del Carmelo es la fiesta en la
que la Orden de los carmelitas y toda la Iglesia reconocen a María como modelo y
fuente de protección y auxilio en Cristo en medio de las adversidades de la vida, de lo
cual es un signo elocuente el escapulario del Carmen.
Pablo afirma: " Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su
propio Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley …" (Gal 4,4). Cuando el Padre
envía a su Hijo al mundo, llega "la plenitud del tiempo", el punto culminante de
la historia salvífica , " nacido de una mujer", María, colocada en el mismo
centro del proyecto salvador de Dios . En ella, el Mesías—Hijo de Dios llega a ser
verdadero "hermano" nuestro (Heb 2,11), compartiendo nuestra propia carne y sangre
(Heb 2,14).
Luego, al final de la vida de Jesús sobre la tierra, junto a su cruz aparece
congregada simbólicamente la Iglesia, representada por "su Madre" y por "el
discípulo a quien amaba" (19,25-27). María es figura de Sión, la Jerusalén
celestial , y ahí nos llega el testamento de Jesús: " Ahí tienes a tu madre ..." (Jn
19,27). El discípulo "a quien Jesús tanto amaba" (Jn 19,26) es imagen del creyente de
todos los tiempos. Por eso las palabras de Jesús hacen que la maternidad de María
alcance una dimensión eclesial que se extiende a todos aquellos que siguen
con fidelidad hasta la cruz. El discípulo acoge a la Madre de Jesús como algo
suyo . "Desde aquella hora, el discípulo la acogió entre sus cosas propias". La Madre
del Señor pasa a ser parte del tesoro más preciado del discípulo creyente. Cuando ha
llegado la Hora, al pie de la cruz la nueva familia de Jesús es símbolo de la iglesia de
todos los tiempos: " su Madre y sus hermanos ".
Ora la liturgia de hoy: « Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés en
la presencia del Señor, de decirle cosas buenas de nosotros »; con toda la Iglesia
hoy te rezo, Madre mía, modelo en el seguimiento de Cristo: sé mi auxilio y
protección en las adversidades de la vida. Verdadera madre de la Iglesia y de
cada uno de los discípulos de Jesús, bajo tu amparo me acojo, nos acogemos:
ruega por nosotros.
Llucià Pou Sabaté