XV Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Introducción a la semana
Para los hombres de la mar, para la familia carmelitana que se acoge al amparo
de María del Monte Carmelo, para tantas mujeres que son llamadas con nombre
tan hermoso (poético por su etimología, florido en los cármenes granadinos) y
para no pocas localidades que al conjuro de María del Carmen se congregan en
días festivos y de reencuentros, esta semana queda marcada por la presencia de
advocación tan popular, al menos en el área hispana.
La Palabra que se nos ofrece en la liturgia dominical nos habla de envíos, de
misión. Amós, el pastor, reconoce que Yahvé lo envía a profetizar al pueblo de
Israel, de la misma forma que en el evangelio los Doce son enviados de dos en
dos, recibiendo encargo y autoridad del Maestro para decir a las gentes que
cambien el corazón, que se vuelvan al Señor. El texto paulino continúa el himno
cuya lectura se inició el anterior domingo en el que se nos dice que Cristo
encabezará la nueva humanidad donde quepamos todos, judíos y gentiles.
A lo largo de esta semana, tendremos ocasión de acoger la palabra de Isaías que
se nos ofrece en la primera lectura, a excepción del sábado que tendremos a
Miqueas. Es el Primer Isaías que relata cómo Yahvé está más que cansado de
holocaustos, sacrificios e iniquidad, pues, dice, hasta que no se busque el
derecho del oprimido y se haga justicia no podemos acercarnos a Dios, quien, no
obstante, derrochará misericordia con sus hijos. Y mensaje de esperanza para
Ajaz, rey de Judá, frente a la liga de Siria e Israel, y palabras duras contra
Asiria; pero también mensaje de quietud evocando los caminos del Señor que
recorre el justo, y recado de paz porque Yahvé siempre escucha a sus hijos.
En cuanto a las páginas evangélicas de la semana, escucharemos cómo Jesús es
señal contradictoria, cómo echa en cara a las ciudades donde realizó signos
salvadores la dureza de su corazón, pero también con qué delicadeza agradece
el que Dios esté cerca de los sencillos. Culminando la semana, Jesús entra de
lleno en la polémica sobre el sábado dejándonos bien claro cuál es el núcleo de
la actitud religiosa: Misericordia quiero y no sacrificios. Verdad y claridad se
llama esto.
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de San Jacinto (Sevilla)
Con permiso de dominicos.org