COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires –
ciclo 2012)
15 de julio de 2012 – 15º domingo durante el año
Evangelio según San Marcos 6, 7-13 (ciclo B)
Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder
sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el
camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que
fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas. Les
dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el
momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los
escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en
testimonio contra ellos". Entonces fueron a predicar, exhortando a
la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a
numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
El profetismo: vocación y misión
El mandato del Señor a los discípulos: que vayan en su nombre, dándoles
poder sobre los espíritus impuros, que lleven un mensaje que no es de ellos
sino de Él mismo, que comuniquen la Buena Noticia. El protagonista es el
Señor, es Dios, no los hombres, no con los criterios humanos; y que uno no
pierda tiempo, que aligere la marcha, que no se llene de cosas personales,
que no se cargue demasiado.
A veces nos llenamos de tantas cosas, como cuando alguien sale de
vacaciones; se lleva un montón de ropa porque se piensa que la va a
necesitar y la experiencia dice que uno no alcanza a usar ni la mitad de la
ropa que llevó.
Es importante ser conscientes que Dios nos envía, que Dios nos manda,
que nosotros vamos en su nombre, que contamos con su cercanía y con su
presencia, que vayamos a los demás porque los demás también tienen
derecho a conocer a Jesucristo y a recibir al Buena Noticia.
El profetismo, en la Iglesia, es una vocación muy especial, es una misión.
Pero es una misión que tiene sus características propias. Está libre de
ataduras humanas. Tiene un límite: la verdad. Cuenta con la fidelidad de
Dios, que Él mismo lo ha elegido.
El Profeta, a veces es un hombre separado porque no responde a lo
mediático del momento, no responde al auditorio en aquello que quiera
escuchar, no se reduce a la mediocridad reinante del momento. Hoy en día
se da que, muchas veces, todo el mundo hace lo que uno hace. Es tan poca
la imaginación, tan poca la creatividad, tan poca la originalidad, que todo el
mundo lo repite. En comunicación, basta que un medio de una noticia para
que otros la repitan y así se escucha en todos los medios la misma noticia,
el mismo estilo, la misma forma. Así se da que muchas veces uno sigue el
ambiente reinante.
Esto es muy peligroso porque el profetismo nos lleva no a copiar sino a ser
originales y a ser fieles a Dios que nos habla. Por eso, cuando uno tiene
esta capacidad, esta misión y esta fidelidad de Aquél que envía, hay
entusiasmo, hay fuerza, hay luminosidad, hay creatividad, hay
originalidad.
Algo muy importante: la presencia de Dios hace nuevas todas las cosas. El
contenido principal es Dios quien elige, nos envía y nosotros vamos en
nombre de Él. Sea en una parroquia, en una capilla; sea en cualquier
ámbito o sector y ante cualquiera que el Señor esté presente.
Vamos a pedir que Él nos siga eligiendo y que nosotros seamos
consecuentes con esta elección que es una vocación especial y una misión
donde Dios nos da la gracia para que la podamos cumplir y llevar el
mensaje a nuestros hermanos.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén