SER PASTOR: DIFÍCIL TAREA
Padre Javier Leoz
En una sociedad democrática y pluralista como la nuestra en la mayoría de los
países del mundo, asistimos a una de las muchas modas que aparecen en cada
período posterior a una crisis de valores morales y/o éticos, o bien a un relativismo
moral exacerbado.
1- .En medio de esa realidad nos encontramos, por otro lado, con multitud de
hombres y de mujeres que han perdido la paz en el corazón. Que no saben hacia
dónde ir, con quien avanzar y en qué lugar descubrir una luz para su vida o una
respuesta para sus numerosos interrogantes.
La Iglesia, consciente de su misión evangelizadora, intenta empujar hasta Jesús a
todos aquellos heridos por mil circunstancias. A los que, decepcionados de la
coyuntura económica, moral relativista, prisas, decepciones, etc., quieren encontrar
un sentido a su vida. ¿Lo tiene fácil la Iglesia? ¡No! Sus palabras no siempre son
bien acogidas ni, muchas veces, es presentada como aquella “buena pastora” que
intenta guiar al Pueblo de Dios con lo mejor que ella posee: el evangelio.
Nunca como hoy (desde el Papa, pasando por los obispos o sacerdotes y
terminando por cualquier laico medianamente comprometido con la fe) lo hemos
tenido tan arduo para enseñar, acompañar y abrir los ojos del hombre de hoy a la
Verdad de Dios:
-Las debilidades y contradicciones de algunos miembros de la Iglesia (una minoría)
-El legado artístico que da una cierta sensación de riqueza o de pomposidad eclesial
-La acusación permanente de que la Iglesia va a remolque de los tiempos
-La constante difamación o maltrato a los sentimientos religiosos
-La contestación de algunos sectores eclesiales o de algunos teólogos
2.- ¿Qué hacer ante esta cruda realidad? ¿Arrugarse? ¿Dulcificar o falsificar el
legado de la fe? ¿Intensificar esfuerzos en los supuestos métodos para la Nueva
Evangelización?
Son espinosas las respuestas. Todo está escrito y ya nada hay nuevo bajo el sol. Lo
que está claro es que hemos de recurrir a la fuente de todo bien. Hasta la persona
que clarifica nuestras ideas y nos hace tomar distancias frente a tanta confusión o
pensamientos anti-evangélicos: sólo cimentando nuestra fe en Cristo, conociéndolo,
escuchándolo y meditándolo podremos encontrar el camino para nuestra realización
personal o colectiva.
Es fácil cargar las tintas contra el Papa, un determinado obispo…éste o aquel
sacerdote. ¿Y nuestra responsabilidad como cristianos dónde queda? ¿Somos
conscientes de que, con nuestras palabras o con nuestros peligrosos silencios,
también podemos alejar o dispersar a los que buscan o han encontrado a Dios?
3.- Todos, sacerdotes y no sacerdotes, estamos llamados a transmitir las verdades
fundamentales de nuestra fe. Y, esa transmisión, puede quebrarse cuando cada uno
de nosotros rompemos el eslabón de esa inmensa cadena de la evangelización:
-Cuando no hablamos de Dios en la familia y ponemos en el centro a los ídolos de
turno
-Cuando la Biblia es un objeto de adorno en nuestras casas y otras revistas la
lectura preferida
-Cuando no bendecimos la mesa antes de comer y la televisión se convierte en la
gran protagonista
-Cuando prima el elemento material u humano en las celebraciones sacramentales
(comuniones, bodas…) y olvidamos el aspecto más sagrado
-Cuando no defendemos la labor de la Iglesia frente aquellos que intentar
denostarla visceralmente
El Señor, no lo olvidemos, sigue alimentando, animando y acompañando a todo su
rebaño. A su Iglesia. A todo aquel que intenta poner alegría, esperanza, valor y
coraje a sus palabras y obras.
4.- ¡DIFÍCIL PERO… ADELANTE!
Proclamando, con voz fuerte y clara,
que el Señor es el centro de nuestra historia
que, sin Él, todo desvaría y está llamado al fracaso.
Anunciando, de palabra y de obra,
que el Señor es la fuente de nuestra energía
que no es un ayer que pasó
que no es un ídolo con túnica y un simple cayado
Que, el Señor, es mucho más que leyenda
¡DIFÍCIL PERO... ADELANTE!
Enseñando que, un cielo, nos aguarda
Recordando que, en Dios, somos hermanos
Gritando que, el perdón, puede más que el odio
Trabajando para que, la tierra,
sea una estampa de lo que nos espera en lo eterno.
¡DIFÍCIL PERO…ADELANTE!
Conscientes de nuestros pecados y miserias
Convirtiéndonos de caminos y actitudes equivocadas
Retornando de la dispersión y de la confusión
Rezando para que, aquello que decimos y obramos,
sea inspiración divina y no solamente humana
¡DIFÍCIL PERO…ADELANTE!
Que, Jesús, nos precede en el camino
nos empuja cuando los vientos del mundo nos detienen
nos alienta cuando nuestros pies se frenan
nos levanta cuando nuestros rostros caen
nos perdona cuando nuestros pecados nos abruman
Que, Jesús, nos quiere de carne y hueso
Que, Jesús, es consciente de nuestro barro
Que, Jesús, sabe que no somos dioses
Que, Jesús, confía en nuestras débiles manos
¡DIFÍCIL PERO…ADELANTE!
¡Siempre adelante!
En nuestra tarea de ser cristianos
En nuestro deseo de anunciar el cielo
En nuestro empeño de que Cristo sea conocido
En nuestras encrucijadas y desvelos
¿Siempre, siempre, adelante!