“Todo me ha sido dado por mi Padre”
Mt 11, 25-27
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Lectio Divina
SER CRIATURA PEQUEÑA FRENTE AL CREADOR
La tentación originaria del hombre es la de excluir a Dios de su propia existencia. Homo
faber fortunae suae se convierte en el lema que marca las raíces de la voluntad humana
y sella sus opciones. La conciencia de vivir en la edad adulta no puede tolerar la
dependencia ni la sumisión a ningún Dios.
El hombre que rechaza a Dios -tanto si lo reconoce como si no- se cierra en el gueto de
sus propios instintos, de sus propias opiniones, de una inteligencia que, por mucho que
pueda recorrer los espacios siderales o adentrarse en las partículas infinitesimales de la
materia, no sabe encontrar el camino de la alegría, de la paz, de la plenitud interior. De
esta suerte, paradójicamente, el hombre que se siente señor del mundo así como de su
propia existencia y de la ajena no consigue hacerse con el corazón del vivir, con su
significado último, que es lo único que le da consistencia. Eso es, sin embargo, lo que se
revela a quien acepta la realidad de ser criatura pequeña frente al Creador, aunque tan
preciosa para él que la llama a participar de su misma vida. Es «pequeño» quien se
muestra contento con lo que es, quien sabe que no es omnipotente y, por eso, se abre a
la relación con Dios. Es «pequeño» quien reconoce haber recibido todo como don y lo
usa no como dueño o como predador, sino como siervo, con gratitud. Quien es
«pequeño» de este modo conoce algo del amor del Padre y del Hijo.
ORACION
Bendito seas, Padre, que nos has dado a Jesús, tu Hijo, y en él nos has dicho y
mostrado lo mucho que nos quieres. Nunca hubiéramos podido imaginarlo. Si tú no
hubieras decidido manifestarte a nosotros, no hubiera sido posible que yo estuviera
ahora aquí, hablando contigo con la confianza de un hijo.
Te lo ruego, Padre: renueva también en mi corazón la certeza de la presencia de tu
Espíritu. Que él me dé la certeza de que tú eres mi Padre, de que Jesús es el Señor, de
que estoy llamado a la comunión contigo para la eternidad. Que él me haga gustar la
belleza de ser criatura, pequeña pero preciosa, y me libere de la presunción de la
autosuficiencia, de la sabihondez de quien quiere darte consejos, considerándolos como
los mejores.
Espíritu de sabiduría y de piedad, enciende en mí el gusto por la pequeñez, por la
sencillez que me dispone a acoger tu manifestación .