EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Lunes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario
Libro de Jeremías 13,1-11.
Así me habló el Señor: "Ve a comprarte una faja de lino; te la ajustarás a la
cintura, pero no la meterás en el agua".
Yo compré la faja, conforme a la palabra del Señor, y me la ajusté a la cintura.
La palabra del Señor me llegó por segunda vez, en estos términos:
"Toma la faja que habías comprado y que llevas puesta a la cintura. Ve en seguida
a Perat y escóndela allí en la hendidura de una roca".
Yo fui a esconderla en Perat, como el Señor me lo había ordenado.
Al cabo de muchos días, el Señor me dijo: "Ve enseguida a Perat y recoge la faja
que yo te mandé esconder allí".
Yo fui a Perat, cavé y recogí la faja del lugar donde la había escondido: la faja
estaba estropeada, no servía para nada.
Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos:
Así habla el Señor: De esa misma manera destruiré el orgullo de Judá y el gran
orgullo de Jerusalén.
Este pueblo malvado, que se niega a escuchar mis palabras, que sigue los impulsos
de su corazón obstinado, que va detrás de otros dioses para servirlos y postrarse
delante de ellos, será como esta faja que ya no sirve para nada.
Porque así como la faja se adhiere a la cintura del hombre, así yo me había
adherido a toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá -oráculo del Señor- para
que ellos fueran mi pueblo, ni renombre, mi honor y mi gloria. ¡Pero no han
escuchado!
Deuteronomio 32,18-19.20.21.
Así despreciaste a la Roca que te engendró,
olvidaste al Dios que te hizo nacer.
Al ver esto, el Señor se indignó
y desechó a sus hijos y a sus hijas.
Entonces dijo: Les ocultaré mi rostro,
para ver en qué terminan.
Porque son una generación perversa,
hijos faltos de lealtad.
Provocaron mis celos con algo que no es Dios,
me irritaron con sus ídolos vanos;
yo provocaré sus celos con algo que no es un pueblo,
los irritaré con una nación insensata.
Evangelio según San Mateo 13,31-35.
También les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de
mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más
grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los
pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de
levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta
toda la masa".
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les
hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré
cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
comentario del Evangelio por
San Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), sacerdote, fundador
Homilía Amigos de Dios, cap. 1, 8-9
“Hasta que la levadura fermente”
Os recuerdo la grandeza de la andadura a lo divino en el cumplimiento fiel de las
obligaciones habituales de la jornada, con esas luchas que llenan de gozo al Señor,
y que sólo El y cada uno de nosotros conocemos. Convenceos de que
ordinariamente no encontraréis lugar para hazañas deslumbrantes, entre otras
razones, porque no suelen presentarse. En cambio, no os faltan ocasiones de
demostrar a través de lo pequeño, de lo normal, el amor que tenéis a Jesucristo...
Al meditar aquellas palabras de Nuestro Señor: “Yo, por amor de ellos me
santifico a Mí mismo, para que ellos sean santificados en la verdad” (Jn 17,19),
percibimos con claridad nuestro único fin: la santificación, o bien, que hemos de ser
santos para santificar. A la vez, como una sutil tentación, quizá nos asalte el
pensamiento de que muy pocos estamos decididos a responder a esa invitación
divina, aparte de que nos vemos como instrumentos de muy escasa categoría(cf Lc
17,10).. Es verdad, somos pocos, en comparación con el resto de la humanidad, y
personalmente no valemos nada; pero la afirmación del Maestro resuena con
autoridad: el cristiano es luz, sal, fermento del mundo, y “un poco de levadura hace
fermentar la masa entera” (Mt 5,13-14; Ga 5,9).
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