EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la decimoséptima semana del tiempo ordinario
Libro de Jeremías 15,10.16-21.
¡Qué desgracia, madre mía, que me hayas dado a luz, a mí, un hombre discutido y
controvertido por todo el país! Yo no di ni recibí nada prestado, pero todos me
maldicen.
Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y
la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los
ejércitos.
Yo no me senté a disfrutar en la reunión de los que se divierten; forzado por tu
mano, me mantuve apartado, porque tú me habías llenado de indignación.
¿Por qué es incesante mi dolor, por qué mi llaga es incurable, se resiste a sanar?
¿Serás para mí como un arroyo engañoso, de aguas inconstantes?
Por eso, así habla el Señor: Si tú vuelves, yo te haré volver, tú estarás de pie
delante de mí; si separas lo precioso de la escoria, tú serás mi portavoz. Ellos se
volverán hacia ti, pero tú no te volverás hacia ellos.
Yo te pondré frente a este pueblo como una muralla de bronce inexpugnable. Te
combatirán, pero no podrán contra ti, porque yo estoy contigo para salvarte y
librarte -oráculo del Señor-.
Yo te libraré de la mano de los malvados y te rescataré del poder de los violentos.
Salmo 59(58),2-3.4-5a.10-11.17.18.
Líbrame de mis enemigos, Dios mío,
defiéndeme de los que se levantan contra mí;
líbrame de los que hacen el mal
y sálvame de los hombres sanguinarios.
Mira cómo me están acechando:
los poderosos se conjuran contra mí;
sin rebeldía ni pecado de mi parte, Señor,
sin culpa mía, se disponen para el ataque.
Despierta, ven a mi encuentro y observa.
Yo miro hacia ti, fuerza mía,
porque Dios es mi baluarte;
él vendrá a mi encuentro con su gracia
y me hará ver la derrota de mis enemigos.
Pero yo cantaré tu poder,
y celebraré tu amor de madrugada,
porque tú has sido mi fortaleza
y mi refugio en el peligro.
¡Yo te cantaré, fuerza mía,
porque tú eres mi baluarte,
Dios de misericordia!
Evangelio según San Mateo 13,44-46.
El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo
encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y
compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar
perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
Ccomentario del Evangelio por
San Ireneo de Lión (hacia 130-208) obispo, teólogo y mártir
Contra las herejías IV, 26; SC 100, pag 711
El tesoro escondido en el campo de las Escrituras
Cristo era presente en todos aquellos a quienes, desde el comienzo, Dios
comunicaba su palabra, su verbo. Si alguien lee las Escrituras en esta perspectiva,
encontrará la referencia a Cristo y una prefiguración de un nuevo llamamiento.
Porque él es “el tesoro escondido en el campo”, es decir, en el mundo. (cf Mt
13,38) Tesoro escondido en las Escrituras porque había sido prefigurado en figuras
y parábolas que, humanamente hablando, no podían ser comprendidas antes del
cumplimiento de las profecías, es decir, antes de la venida del Señor. Por esto fue
dicho al profeta Daniel: “...mantén ocultas estas palabras y ten sellado el libro
hasta que llegue el momento final.” (Dn 12,4) También Jeremías dice: “Sólo
después lo comprenderéis” (cf Jr 23,20)...
La ley leída por los cristianos es un tesoro escondido antiguamente en un
campo, pero fue revelado en la cruz de Cristo. ... La cruz manifiesta la sabiduría de
Dios, da a conocer sus designios en vista a la salvación de la humanidad, prefigura
el Reino de Cristo, anuncia la buena noticia de la herencia de la Jerusalén santa,
anuncia que la persona que ama a Dios progresará hasta ver a Dios y comprender
su palabra y será glorificado por esta palabra...
Así el Señor explica las Escrituras a sus discípulos después de la resurrección,
afirmando por ellas que “era necesario que Cristo sufriera para entrar en su gloria.”
(Lc 24,26) Si pues alguien lee así las Escrituras, será un discípulo perfecto “que es
como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.” (Mt 13,52)
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