Comentario al evangelio del Miércoles 25 de Julio del 2012
Hoy celebramos la Festividad de Santiago Apóstol. Santiago "el Mayor", era hijo del Zebedeo y de
Salomé, una de las mujeres que seguían a Jesús en su predicación, luego le acompañó en la cruz; y en
la mañana de la Resurrección acudió a ungir a Jesús.
Jesús encontró a dos pescadores, a Santiago y Juan los llamó, y sin hacerles ninguna promesa le
siguieron a Jesús inmediatamente, sin pedirle explicaciones.
Cuenta la tradición que el cuerpo del Apóstol fue trasladado desde Jope hasta Galicia. El año 813 un
ermitaño vio brillar una estrella en Iría. (Un meteorito cayó señalando el lugar, denomi-nándosele
"campo da estela", Compostela.)
Tenemos un recuerdo especial para todo los peregrinos que buscan en el camino a Compostela, ese
encuentro personal con Dios y con ellos mismo.
En la primera lectura de los hechos encontramos una idea clave “Ser testigos”. Los apóstoles
comprendieron desde la experiencia que había supuesto en sus vidas el contacto, el contagio con
Jesús, que no podían callar, que no podían guardarse el tesoro. Ellos sabían de peligros y dificultades,
habían visto morir al Maestro, ya habían visto morir a Juan Bautista, a Esteban, pero la fuerza que les
empujaba era mayor, y así entendieron que dar testimonio de Jesús era darse como Él, hasta el final.
Hoy el mensaje es el mismo, el del Amor, y el rechazo, sigue existiendo, ciertamente que cada país o
cada continente tiene sus características, en países de Asia sobre todo nos encontramos que coexisten
dos polos, el florecimiento espiritual, la primavera de la interioridad, ese amanecer mirando a Dios, y
junto a esto, nos encontramos mucho fundamentalismo, mucha intolerancia, mucha represión. Por el
contrario aquí en Europa, la oposición, tiene otro color, el color gris de la indiferencia con trazos más
oscuros de rechazo, aunque eso si, con muchas ganas de búsqueda. ¿Seguimos como entonces
marginados? Tal vez pero con la misma esperanza de encender las brasas que todavía quedan vivas, y
por supuesto de ser antorchas nuevas.
Jesús cuenta con nosotros, para luchar por la paz que perdura, por un mundo mas justo, para apostar
por la civilización del amor, que despliegue velas y arrase con todo lo que es egoísmo, tristeza,
angustia y frustración.
Ahora como entonces hay tarea, y la necesidad de la “eficacia” no deja lugar a los intereses
particulares, a los primeros puestos, a los lugares de honor. Ser cristiano es mucho mas que un título.
Venimos a ser y a servir, y somos fuertes porque Él ha puesto su mirada de amor en cada uno de
nosotros para que seamos sal de la tierra y luz del mundo. Somos vasijas de barro, pero con un gran
regalo, con un gran tesoro en nuestro interior. La vasija puede estropearse, tal vez el calor, y la
dificultad hasta la resquebraje, puede que los golpes del camino rompan cualquier esquinilla, pero
tenemos que recordar que somos portadores de algo grande, ser testigos, de aquel que ha dado la vida
por nosotros.
M.E.