XVI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sabado
"Dejadlos crecer juntos"
I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de Jeremías 7,1-11:
Palabra del Señor que recibió Jeremías: «Ponte a la puerta del templo, y grita
allí esta palabra: "¡Escucha, Judá, la palabra del Señor, los que entráis por esas
puertas para adorar al Señor! Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel:
Enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, y habitaré con vosotros en
este lugar. No os creáis seguros con palabras engañosas, repitiendo: 'Es el
templo del Señor, el templo del Señor, el templo del Señor.' Si enmendáis
vuestra conducta y vuestras acciones, si juzgáis rectamente entre un hombre y
su prójimo, si no explotáis al forastero, al huérfano y a la viuda, si no derramáis
sangre inocente en este lugar, si no seguís a dioses extranjeros, para vuestro
mal, entonces habitaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros
padres, desde hace tanto tiempo y para siempre. Mirad: Vosotros os fiáis de
palabras engañosas que no sirven de nada. ¿De modo que robáis, matáis,
adulteráis, juráis en falso, quemáis incienso a Baal, seguís a dioses extranjeros y
desconocidos, y después entráis a presentaros ante mí en este templo, que lleva
mi nombre, y os decís: 'Estamos salvos', para seguir cometiendo esas
abominaciones? ¿Creéis que es una cueva de bandidos este templo que lleva mi
nombre? Atención, que yo lo he visto."» Oráculo del Señor.
Sal 83,3.4.5-6a.8a.11 R/. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los
ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor, mi corazón
y mi carne retozan por el Dios vivo.R/.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
y la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.R/.
Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza;
caminan de baluarte en baluarte.R/.
Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa, y prefiero
el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,24-30:
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos
se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras
la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se
marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la
cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste
buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo
lo ha hecho." Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?"
Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también
el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los
segadores: 'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el
trigo almacenadlo en mi granero.'»
II. Oramos con la Palabra
No hay oración para este día.
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
Ponte a la puerta del Templo y proclama esta palabra
Jeremías fue uno de los primeros en enfrentarse al culto del templo de
Jerusalén. Eran momentos difíciles en los que se vivía la inestabilidad en todos
los niveles. El profeta se presenta en el templo un día de fiesta, donde se
reunían para sacrificios y ofrendas; enviado por el Señor señalándole al pueblo el
camino del arrepentimiento y la conversión. A Dios lo que más le interesa en
este sermón sobre el Templo, no es el templo como edificio, sino la dedicación al
templo que somos cada uno de nosotros, el respeto y la unión entre los
hombres. Suena de nuevo la llamada a la conversión, consistente en mejorar la
propia conducta y las propias acciones, es decir, vivir según los mandamientos
de Dios: juzgar según la justicia, establecer relaciones sociales equitativas y
respetuosas, abandonar todo compromiso de idolatría.
Es la casa de Dios y no una cueva de ladrones como también dirá Jesús (Mt
21,12-13). El templo es casa de oración, de encuentro con Dios. Lugar para
hablar con Él en la intimidad del corazón. Tenemos delante hoy una pregunta
que debemos hacernos cuando acudimos a nuestros templos: ¿qué actitud
llevamos interiormente, para con nuestros hermanos? ¿cómo vivimos ese
encuentro en la Eucaristía? ¿cómo salimos de ella, convencidos de mejorar
nuestros comportamientos para con los demás?
¡Dejad crecer juntos la cizaña y el trigo!
En esta parábola que nos cuenta Jesús nos hace ver como Él conoce de sobra
cada corazón y lo que anida en el. Todos tenemos una mezcla de “bien” y “mal”,
de gracia y de pecado. Todo habita en nuestro corazón, Jesús en ningún
momento intenta ocultar la realidad. Debemos contar con estas realidades
dentro de nuestra vida, aparecen juntas, brotando ahí en la misma fuente de
nuestro corazón. Tenemos que tener muy en cuenta la advertencia del dueño en
la parábola, que no podemos separarlas hasta que llegue el tiempo oportuno.
La lección de paciencia de hoy por parte de Jesús debemos de saber acogerla.
Los criados quieren ir a cortar la cizaña para separarla del trigo, pero Jesús nos
explica cómo es mejor dejarla crecer junta, tendiendo así una mano al dialogo.
Su paciencia reside en el amor de la espera, en la libertad de la persona, Dios
confía en cada uno y espera que vuelva una y otra vez sobre sus pasos
alejándose de todo lo que le lleve ser cizaña y no trigo.
Aprendamos de la mano de Jesús, no solo de su paciencia con cada uno de
nosotros, sino también a cómo actuar ante el hermano. Debemos ser tolerantes
y comprensivos, cuidadosos con nuestros juicios precipitados. El mal existe y
debemos trabajar para erradicarlo, pero desde el amor y la paciencia.
Gracias Jesús por tu confianza, por tu paciencia que es nuestra salvación.
Monasterio Sta. María la Real - MM.
Dominicas
Bormujos (Sevilla)
Con permiso de dominicos.org