Comentario al evangelio del Jueves 09 de Agosto del 2012
Queridos amigos:
El día 6 de este mes era fecha para rememorar la II Guerra Mundial. Ese día, el año 1945, se lanzaron
las bombas atómicas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Pero también tal día
como hoy, 9 de agosto, trae idéntico recuerdo, pues en él se produjeron nuevos bombardeos atómicos.
Por su parte, la liturgia propone otra memoria relacionada con aquel conflicto: en este día, en las
cámaras de gas del campo de concentración de Auschwitz, murió Edith Stein, filósofa judía convertida
a la fe católica y bautizada en enero de 1922.
Ya en 1933, al comenzar la persecución y el hostigamiento a los judíos, había declarado: «Solamente
la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella». El 14 de
abril de 1934 toma el hábito carmelitano y a partir de ese momento llevará el nombre de Teresa
Benedicta de la Cruz, nombre que deja bien explícita la referencia a la pasión de Cristo. El 9 de junio
de 1939 redactará su testamento, que contiene estas palabras: «Ya desde ahora acepto con alegría, en
completa sumisión y según su santísima voluntad, la muerte que Dios me ha destinado. Ruego al Señor
que acepte mi vida y mi muerte… de modo que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino
venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la salvación del mundo».
En aquella historia tan dramática, percibió su vocación y le fue enteramente fiel. Dios llevó a término
la obra que había comenzado en ella, Dios la configuró con su Hijo crucificado. Dejemos que resuenen
para ella los versos: «Si con él [Cristo] morimos, viviremos con él; si con él sufrimos, reinaremos con
él».
Vuestro amigo
Pablo Largo
Pablo Largo, cmf