Comentario al evangelio del Viernes 10 de Agosto del 2012
Queridos amigos:
La fiesta del diácono y mártir san Lorenzo nos muestra una historia de servicio y de entrega de la vida.
La imagen de la fecundidad del grano de trigo sepultado en la tierra nos revela la fecundidad de su vida
y de su muerte.
Se atribuye a Francisco de Asís una conocida oración («Haz de mí, oh Señor, instrumento de tu paz»),
aunque parece no haber testimonios de esa plegaria anteriores al s. XX. En todo caso, la oración refleja
el espíritu del Poverello y nos revela la sabiduría del evangelio. En ella decimos: «Porque es dando
como recibimos, olvidándonos como nos encontramos, perdonando como somos perdonados,
muriendo como resucitamos a la vida eterna». Lorenzo se recibió dando y dándose, se encontró
olvidándose de sí, fue perdonado por medio de su perdón, resucitó a la vida eterna muriendo mártir.
Nos han enseñado que la Iglesia, asentada en la piedra angular que es Cristo y descansando en las
columnas o cimientos que son los profetas y apóstoles, se apoya en estos cuatro pilares: el anuncio y
testimonio, la liturgia, el servicio, la comunión. Lorenzo vivió el anuncio-testimonio en su forma
suprema: el martirio; su vida y muerte fueron liturgia espiritual; sirvió a los pobres desde su ministerio
de diácono; la caridad y la fuerza del Espíritu que lo alentaban lo hacían vivir en la comunión y generar
comunión. Podemos celebrar su fecundidad eclesial.
San Agustín enseña en la lectura del Oficio divino de este día: «Lo han imitado [a Cristo] los santos
mártires hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo han imitado los
mártires, pero no solo ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no
se ha secado después de haber pasado ellos. Tenedlo presente, hermanos».
Vuestro amigo
Pablo Largo
Pablo Largo, cmf