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P RESTARLE NUESTRA PEQUEÑEZ A D IOS
D OMINGO 17 º DEL T IEMPO O RDINARIO (J N 6,1-15)
29 DE JULIO DE 2012
¿Cabría hacer un préstamo a Dios? Podría parecer que es una ofensa al
Todopoderoso. Sin embargo tantas veces los milagros que hace el Seor los hace con
nuestra propia pequeez, en la que queda manifiesta su infinita grandeza. En continuidad
con el del domingo pasado, el Evangelio nos relata cmo Jesús percibi otro tipo de
carencia, más elemental quizás pero igualmente evidente, entre aquella multitud que le
seguía: no slo no tenían pastor y por lo tanto había que ensearles, sino que tampoco
tenían pan, y entonces, igualmente había que alimentarles: “Jesús, al ver que acudía
mucha gente dijo a Felipe: ¿con qué compraremos panes para que coman éstos?”. En
medio de la extraeza de Felipe llega Andrés y apunta un conato de solucin: aquí hay un
muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, ¿pero qué es eso para tantos?
La evidente provocacin estaba servida, y ante la desmedida empresa de tener que
alimentar a tantos con tan poco, era lgica aquella reaccin de los discípulos: nos supera,
no sabemos qué hacer ni por dnde empezar. Como dice el Evangelio de Marcos: “vamos
nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?”.
Jesús hizo ese milagro ante todos, y qued manifiesta la grandeza de Dios... pero a
través de la pequeez humana: fue realizado con la ayuda humilde del muchacho que
encontr Andrés: con sus cinco panes y sus dos peces. Es un impresionante testimonio de
cmo Jesús no ha querido mostrarnos un rostro de Dios autosuficiente y despectivo
respecto de sus hijos, sino que –por así decirlo– ha querido tener necesidad de nuestra
pequea colaboracin humana para que su grandeza divina pueda ser manifestada.
Otras hambres de otros panes tiene planteadas nuestra querida humanidad: la paz,
el trabajo, la justicia, el amor, el respeto, la esperanza, la fe, la verdad... y un largo etcétera
tan inmenso como grande es la humanidad. Son muchas las hambres de los hombres.
Quizás haya quien espere de Dios un milagro sonoro y tumbativo, un milagro de Dios y a
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo
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lo divino. Mientras que Jesús nos seguirá diciendo como entonces: dadles vosotros de
comer, buscad el pan adecuado para esas hambres concretas. Entonces sentiremos el
mismo estupor y desbordamiento que sintieron los discípulos en el lago de Galilea. Jesús
sigue haciendo milagros, pero éstos pasan por nuestras manos, nuestro corazn, nuestros
ojos, nuestros labios: Él necesita también hoy nuestros panes y nuestros peces, para dar
de comer a la multitud de tan diversas hambres. El milagro somos nosotros, que
ofreciendo nuestra pequeez, Dios convierte en grandeza, en signo. Y también hoy la
gente quedará saciada. ¿No vemos el hambre? ¿No nos vemos como el pan que las
manos de Jesús reparten? Dejémonos tomar, partir y repartir, dejémonos ser milagro para
los demás. Yo soy ese pan y esos peces, con los que en medio de nuestra pequeez Dios
hace milagros.
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo