XVII Domingo del Tiempo Ordinario (B)
Jesús nos da de su vida para que seamos generosos y nos pide que le
ayudemos a dar de comer a los demás.
«Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran
muchedumbre, dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que
coman éstos? Lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba a
hacer. Felipe respondió: Doscientos denarios de pan no bastan para
que cada uno coma un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, el
hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí hay un muchacho que tiene
cinco panes de cebada y dos peces: pero, ¿qué es esto para tantos?
Jesús dijo: Haced sentar a la gente. En aquel lugar había mucha
hierba. Se sentaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil
Jesús tomó los panes y, habiendo dado gracias, los repartió a los
que estaban sentados, e igualmente les dio de los peces cuanto
quisieron. Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: Recoged los
trozos que han sobrado para que nada se pierda. Entonces los
recogieron y llenaron doce cestos con los trozos de los cinco panes
de cebada que sobraron a los que habían comido.» (Juan 6, 5-13)
El Evangelio nos cuenta que muchos van con Jesús, como de campamento,
por la montaña al lado del lago, y ve que tienen hambre y “ dijo a Felipe: -
¿Con qué compraremos panes para que coman éstos? ” Hay crisis,
miles de hambrientos y Jesús no les quiere hablar con el estmago vacío… y
no se pueden alimentar con el aire del cielo… “ (lo decía para tantearlo,
pues bien sabía Él lo que iba a hacer). Felipe le contestó: -
Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque
un pedazo ”. Pero ya están acostumbrados a trabajar con Jesús, a
improvisar, y “ uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón
Pedro, le dijo: -Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de
cebada y un par de peces, pero, ¿qué es eso para tantos? ” Siempre
hay alguien que provoca el milagro, alguien generoso, que no esconde lo
suyo. Jesús, pienso que un ingrediente de este milagro es la generosidad
del joven, gracias a él tú hiciste la multiplicación de panes y peces: y se
sentaron y comieron. Y sobr…
Querría entrar en este clima de generosidad… Cuenta una antigua
leyenda china, que un discípulo preguntó al Maestro: "¿Cuál es la diferencia
entre el cielo y el infierno?". El Maestro le respondió: "Es muy pequeña, sin
embargo tiene grandes consecuencias. Ven, te mostraré una imagen de
cómo es el infierno". Entraron en una habitación donde un grupo de
personas estaba sentado alrededor de un gran recipiente con arroz, todos
estaban hambrientos y desesperados, cada uno tenía una cuchara tomada
fijamente desde su extremo, que llegaba hasta la olla. Pero cada cuchara
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tenía un mango tan largo que no podían llevársela a la boca. La
desesperación y el sufrimiento eran terribles. “Ven, dijo el Maestro después
de un rato, ahora te mostraré una imagen de cómo es el cielo”. Entraron en
otra habitación, también con una olla de arroz, otro grupo de gente, las
mismas cucharas largas... pero, allí, todos estaban felices y alimentados.
"¿Por qué están tan felices aquí, mientras son desgraciados en la otra
habitación, si todo es lo mismo?” y le dijo el acompaante: “Mira: como las
cucharas tienen el mango muy largo, no pueden llevar la comida a su propia
boca, así que la llevan a la boca de los otros. En una de las habitaciones
están todos desesperados en su egoísmo, y en la otra han aprendido a
ayudarse unos a otros”.
Con el tiempo he observado la profundidad de la historia, pues no
tenemos un "aparato" para ser felices por nosotros mismos (nuestros
"palillos" son demasiado largos) y tantas formas equivocadas de búsqueda
de la felicidad nos dejan insatisfechos (placer, dominio, etc.), podemos decir
que el bienestar físico o de los bienes de riqueza no es la capa más
profunda de felicidad, sino que por encima de ello está lo afectivo-
espiritual, que es donde hemos de buscar la felicidad profunda: allí
la inteligencia y el amor con su libertad nos muestra que tenemos
unos medios para realizarnos, que es hacer felices a los demás, con
la capacidad de hacer el bien . Mediante los actos buenos, nos hacemos
buenos, y como "de rebote" somos felices, dando amor lo recibimos, según
aquello de que "hay más alegría en dar que en recibir" que san Juan de la
Cruz explica así: "pon amor donde no hay amor y sacarás amor". Si me
doy, recibo. La vida es como el eco de la montaña, me da aquello que doy ,
o mejor aunque no reciba, ya tengo lo que buscaba: “ hay más
alegría en dar que en recibir”, nos dice el Evangelio.
2. El libro de los Reyes nos cuenta que Eliseo dijo a su criado que
repartieran a la gente los panes que habían traído, para que comieran. “ El
criado le respondió: -¿Qué hago yo con esto para cien personas?
Eliseo insistió: -“ Dáselos a la gente para que coman. Porque esto dice
el Señor: «Comerán y sobrará.» El criado se los sirvió a la gente;
comieron y sobró, como había dicho el Señor ”. Eliseo había sentido que
Dios le pedía continuar con el poder del profeta Elías, y aquí vemos el
“traspaso de poderes”: al recoger el manto de su maestro, recoge el relevo,
y con la multiplicacin de los panes, su "poder de hacer milagros”, a
semejanza del Evangelio de hoy. Para que pueda cumplirse el milagro,
hay un hombre que le hace un don de panes y de grano recién
recogido que ofrece a Dios. La Iglesia necesita nuestra colaboración
para ayudar a tantas necesidades en el mundo, en primer lugar a los
que tienen hambre . ¿Qué nos pide Dios a nosotros? ¿A qué nos sentimos
predispuestos?
El Salmo nos dice: “ Abres Tú la mano, Señor, y sacias de favores a
todo viviente. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te
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bendigan tus fieles Tú les das la comida a su tiempo ”. Pero, ¿cómo
podemos dar gracias y bendecir a Dios? Siendo generosos. ¿Y qué es
generosidad? Cuenta Tagore la historia de un mendigo que iba de puerta en
puerta y un día vio aparecer a lo lejos del camino, acercándose, la carroza
de un Rey... “Y yo me preguntaba, maravillado, quién sería aquel Rey de
reyes. Mis esperanzas volaron hasta el cielo, y pensé que mis días malos
habían acabado. La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste
sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. Y de
pronto tú me tendiste tu diestra diciéndome: ¿Puedes darme alguna cosa?
¡Ah, qué ocurrencia la de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo! Yo estaba
confuso y no sabía qué hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito
de trigo, y te lo di. Lo guardaste agradecido en tu mano y te retiraste… te vi
alejarte… ¿Quién sería aquel rey de reyes? Pero qué sorpresa la mía
cuando, al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de
oro en la miseria del montón. ¡ Qué amargamente lloré no haber tenido
corazón para darle todo!
Algunos dicen: “ande yo caliente y ríase la gente”, basta no mirar
cuando en la tele ponen que en algún sitio mueren de hambre. Pero
sabemos que el egoísta es un ser solitario , amargado como Dudley, el
mimado primo de Harry Potter. Generosidad es escuchar al amigo que
quiere abrir su corazón, es hacer las paces enseguida cuando nos
hemos peleado, es salir de uno mismo, dejar de estar “ en-si-
mismado ” (metido en sí mismo) y pasar a estar “ en-tu-siasmado ”,
volcado hacia el tú de los demás, descubrir que en el mundo hay algo más
que el “yo-mi-me-conmigo”, que hay otros: se llaman “personas”, “los
demás”, y salir de uno mismo es ser feliz, basta para ello pensar en los
demás. No mirarse tanto al espejo, sino descubrir que lo importante de la
vida no es lo que me gusta a mí sino servir a los demás en la amistad, el
amor. “ Cuando das sin esperar hay un rayo de sol ”, dice la cancin,
“hay luz en tu corazn”. Eso que no puede comprarse en ningún centro
comercial, pero que es la esencia de la vida, lo que de verdad ilumina el
mundo. Quizá aparentemente “no sirve de nada”, pero cuando falta no
queda nada que sirva.
Generosidad es ser comprensivo; sonreír y hacer la vida agradable a los
demás, aunque tengamos un mal día o esa persona nos resulte antipática;
adelantarse en los pequeños servicios. Nunca te creas más importante
que otra persona, pero nunca te creas menos importante que otra
persona . Para quien es generoso no hay nadie arriba ni abajo, a todos
podemos servir. Es aceptar a los otros como son, no como nos gustaría que
fueran: es no intentar cambiar a los demás, simplemente porque son
diferentes o no nos gustan algunas cosas de ellos.
Generosidad es comunicar la alegría de la fe; más que con
palabras es con el ejemplo como se transmite la fe; cuando está
vivida: hablando bien de todos, escuchando atentamente, visión
positiva, y haciendo favores . Qué bonito es oír a un compañero que nos
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dice: “gracias, por ti aprobé las matemáticas”, “sé jugar al tenis porque me
has enseado”... Es facilitar la amistad a quien le cuesta coger confianza, y
acercarse cuando vemos que nos necesita. Sobre todo, cuando tratamos a
los demás viendo a Jesús en ellos, oyendo cmo el Seor nos dice “ lo que
hacéis con estos lo hacéis conmigo ”. La generosidad lleva así al mejor
de los sacrificios, que es la misericordia, sentir que aquel que lo pasa mal
podría ser yo, y tratarle como me gustaría que me trataran a mí. Así nos
pasará como decía Tagore: “ dormía y soñaba que la vida era alegría.
Desperté y vi que la vida era servicio. Y al servir comprobé que el
servicio era alegría ”. Este es el "alimento" de vida del que habla el salmo,
generosamente dado a todos los vivientes, el "pan de cada día" que
pedimos al Padre, y para ello tenemos la fuerza del "pan de vida" misterioso
que se nos da en la Eucaristía.
3. San Pablo les dice a los Efesios que anden “ como pide la
vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y
amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor;
esforzaos en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la
paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de
la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados. Un
Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que lo
trasciende todo y lo penetra todo, y lo invade todo. Bendito sea por
los siglos de los siglos ”. No basta que seamos hijos de Dios, hemos de
alimentarnos con los sacramentos, como con la poción mágica de Asterix,
para tener fuerza y portarnos bien, mejorar día a día en las cosas que nos
cuestan para ser mejores…
Llucià Pou Sabaté
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