La tentación del cansancio
El más grande profeta del antiguo testamento se tira al suelo y pide la
muerte. El camino se le hace superior a sus fuerzas. Desmalla. Ni siquiera
se le permite el sueño. El Dios de la Biblia no deja dormir. Es un Dios que
acosa, que desvela, que va adelante en desafío permanentemente a nuestra
inercia, a nuestra pesadez. Pero es un Dios que abre camino, más aún, se
hace camino.
Un grito de dolor, de pánico, de angustia existencial nos acorrala el alma:
“¡Basta ya, no puedo más!”. Es la sociedad que ha perdido el norte. El
sentido de la vida. La pasión por vivir. Le faltan fuerzas, razones, visiones.
Pablo nos da una y muy simple: “Hagan del amor la norma de sus vidas”.
Elías huía de pavor, de miedo. Nosotros de vacío interior. Se nos está
acabando la energía última que es primera: El amor.
¿Cómo responde Dios a Elías? Lo hace de una manera insólita: No es lo que
has caminado lo que te cansa, sino lo que tienes que caminar todavía. La
tentación del cansancio nos ubica en el pasado. Es su mentira, su pecado.
La tarea difícil es abrir el camino restante. Dios se hace camino hacia
adelante. Al darte el pan cocido y la jarra con agua, te está diciendo que el
pan también es camino y se confunde con tu espera.
A Elías le ayudó un Ángel en su debilidad. Nosotros tenemos un alimento
superior. Jesús lo dice: “Yo soy el pan de vida”. Pan amasado en eternidad,
pero pan servido en la mesa de cada día para lanzarnos en misión de
Eucaristía en donde se vive la fraternidad universal. Sólo en esta solidaridad
vencemos la tentación del cansancio y nos dejamos arropar de la esperanza
que lanza nuestras vidas en fuego y pasión por la vida.
Cochabamba 12.08.12
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com