“El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido”
San Mateo 13, 44-46
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. UN TESORO ESCONDIDO EN UN CAMPO
Flaviano Josefo, historiador Judío ( La Guerra de los Judíos), nos narra que por
temor a la guerra muchas gentes escondían objetos preciosos. En el Talmud,
también se relatan historias de buscadores de tesoros escondidos en los patios
de las casas, los entramados (vigas) y entre medio de las paredes, etc.
Jesús les narra a la multitud una parábola donde compara al Reino de los Cielos
con un tesoro escondido en un campo, donde un hombre lo encuentra, lo vuelve
a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
2. VENDE TODO LO QUE SE TIENE PARA ADQUIRIR EL CAMPO
La enseñanza que da Jesús, nos explica como por un tesoro que se encuentra se
vende todo lo que se tiene para adquirir el campo en el que se oculta. Así
también para adquirir el Reino, la persona se ha de desprender y debe vender
todo lo que sea obstáculo para obtenerlo y entonces ingresar en él.
En efecto el que encuentra un tesoro como este, el Reino de los Cielos, debe
dejarlo todo por él, y renunciar con alegría a lo que tiene terrenalmente, es
indudable, que no podemos comparar los bienes terrestres con la posesión de
Dios, “Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero” (Mt 6-24).
3. LAS PERLAS FINAS
Jesús también nos agrega esta parábola; El Reino de los Cielos se parece
también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar
una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
El Reino de los cielos no es semejante al negociante, sino a la perla. Esta, en la
antigüedad, era “el summum del precio de todas las cosas.” El negociante en un
día, en su búsqueda, encuentra una excepcional, y vende todo lo que tiene para
comprarla.
La enseñanza de Jesús, al igual que la parábola anterior, nos enseña que hay
que dejar todo lo que sea obstáculo para ingresar en el Reino. Esto tiene un tono
especial: se busca positivamente lo bueno; pero el reino es lo mejor.
En la primera parábola, el tesoro se halla fortuitamente y en la segunda, se
encuentre buscando la perla, que por lo demás no deja ser algo casual, sin
embargo lo que prima en esta enseñanza es que se debe dejar todo lo que
impida ingresar en el Reino.
4. PARA POSEER A DIOS, DEBEMOS DESPOJARNOS DE TODO
Ambas parábolas nos muestran que merece mucho la pena hacer un gran
esfuerzo por conseguir algo muy valioso, como el Evangelio, como el amor de
Cristo, como el Reino de Dios. Con fe, veremos que la valoración de la posesión
de Dios, que es el tesoro que nos habla Jesús, no puede tener ninguna
comparación.
Pero para poseer a Dios, debemos despojarnos de todo, especialmente de lo que
no somos, y de mucho de lo que somos y de cuanto aprisiona nuestro corazón.
Es decir, nuestros afectos a lo mundano, las inclinaciones frívolas, pasiones e
instintos, esto es, todo cuanto nos impida la posesión de Dios. Si vaciamos el
corazón de nosotros mismos, este podrá ser ocupado por Dios.
5. PARA LA ADQUISICIÓN DEL REINO DE LOS CIELOS, TENEMOS QUE
RENUNCIAR CON ALEGRÍA A TODO
Un muy buen negocio nos propone Jesús, el mejor de los trueques, un
intercambio o entrega de cosas de poco precio, por otras valiosísimas, es así,
como nos pone el ejemplo de un negociante, para indicarnos que es un hombre
que conoce el valor de las cosas, y se desprende de todo por una perla fina.
Es así, como nos invita, pero también nos condiciona, que para la adquisición del
Reino de los Cielos, tenemos que renunciar con alegría a todo, porque la
renuncia a lo material tiene el mejor de los premios, como es la posesión de Dios
y participar del Reino de los Cielos.
Cristo Jesús viva en sus corazones