XVIII Semana del Tiempo Ordinario, Año Par
Martes
Donde abunda el pecado, es más fuerte la gracia de Dios, cuando nos
agarramos a la mano que siempre nos ofrece
“Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus
discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra
orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la
gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí
solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida
por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les
acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar
sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era
un fantasma. Jesús les dijo en seguida: -«¡Ánimo, soy yo, no tengáis
miedo!» Pedro le contestó: -«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti
andando sobre el agua.» Él le dijo: -«Ven.» Pedro bajó de la barca y
echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la
fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: -
«Señor, sálvame.» En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y
le dijo: -«¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron
a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él,
diciendo: -«Realmente eres Hijo de Dios.» Terminada la travesía,
llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas
lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y
trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la
orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados” (Mateo
14,22-36) .
1. –“ Después de despedir a la multitud, subió al monte para
orar a solas ”. Podemos imaginarlo discutiendo paso a paso con los más
recalcitrantes, los más entusiastas, que no querían marcharse... "Pero, si yo
no he venido para esto... mi Reino no es de este mundo... no estoy
encargado de daros de comer todos los días... volved a vuestro trabajo..."
Cansado por esas discusiones, cuando quedó solo, sintió necesidad de orar.
Contemplo en ti esa necesidad de orar que embarga tu corazón. Se
ha probado desviarte de tu misión esencial. Por instinto vuelves a
ella . Tu papel es espiritual, si bien tiene consecuencias importantes en lo
material. Jesús, te has retirado al monte a solas a orar, mientras tus
discípulos suben a la barca y se adentran en el lago. No les fuerzas a orar…
les enseñas con tu vida.
-“ Al anochecer, seguía allí solo ”. Te contemplo orando. Tengo yo
el mismo deseo de soledad, de estar de corazón a corazón con el Padre?
Para ti eso es más importante que todos los triunfos terrenales. ¿Qué le
decías al Padre, en ese anochecer? Pensabas quizá en la Iglesia que estabas
fundando, y a lo que, en todas las épocas, sería su tentación constante:
hacer pasar los medios humanos al primer plano. ¿Creo yo en el valor de la
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oración? ¡Tiempo humanamente perdido, en apariencia! Pasar tiempo a
solas con Dios.
-“ Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra,
maltratada por las olas, porque llevaba viento contrario”. Esto es
realmente una imagen de tu Iglesia, marchando a menudo contra la
corriente.
-“ De madrugada se les acercó Jesús andando por el lago. Los
discípulos, viéndolo andar por el lago, se asustaron mucho; decían:
"¡Es un fantasma!", y daban gritos de miedo ”. La duda, el miedo. Sin
embargo ¡fue Jesús quien les obligó a embarcar!
-“ Jesús les habló en seguida: "Animo, soy Yo, no tengáis
miedo "”: Jesús no se presenta; dice sencillamente: "Soy yo". Jesús inspira
confianza, desdramatiza.
-“ Pedro tomó la palabra: "Señor, si eres Tú ¡mándame
acercarme a ti andando sobre el agua!" Jesús le dijo: "¡Ven!" ” Es una
respuesta... a una plegaria audaz...
-“ Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua; pero al
sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y
gritó: "Sálvame, Señor". Jesús extendió en seguida la mano y lo
agarró: "Hombre de poca fe ¿por qué has dudado?" Pedro,
impetuoso discípulo, después del milagro de la multiplicación de los
panes está “crecido” . Durante la noche se levanta el viento y pasan
momentos de miedo, miedo que se convierte en espanto cuando te ven
llegar, Jesús, en la oscuridad, caminando sobre las aguas. Pedro tiende al
protagonismo: te pide que le dejes ir hacia ti del mismo modo, y
empieza a hacerlo, pero se hunde en las aguas del lago, y tiene que
gritar « Señor, sálvame », porque ha empezado a dudar . Yo, como
Pedro, primario y algo presuntuoso, tengo que aprender a no fiarse
demasiado de mis propias fuerzas.
Pedro deja la (relativa) seguridad de la barca para intentar avanzar
sobre las aguas. Tenemos que saber arriesgarnos y abandonar seguridades
cuando Dios nos lo pide (recordemos a Abrahán, a sus 75 años) y no
instalarnos en lo fácil. Lo que le perdió a Pedro fue calcular sus fuerzas y los
peligros del viento y del agua, y se hundió. La vida nos da golpes, que nos
ayudan a madurar. Como a Pedro. Y diremos como él: « Señor, sálvame ».
Seguramente, Jesús, nos podrás reprochar también a nosotros: « ¡qué poca
fe!: ¿por qué has dudado? ». E iremos aprendiendo a arriesgarnos a pesar
del viento, pero convencidos de que la fuerza y el éxito están en ti, Señor,
no en nuestras técnicas y talentos: « realmente eres Hijo de Dios ».
Cuando Pedro se encontrará en otras tempestades, mucho más
graves para la Iglesia, en Roma; en las persecuciones que amenazarán la
existencia de la Iglesia, recordará esa "mano" que agarró la suya, aquel día
en el lago. Pedro es el primer creyente, el primero que haya vencido la duda
y el miedo. La Fe, en su pureza rigurosa, va hasta ese salto a lo
desconocido, ese riesgo que Pedro asumió más allá de las seguridades
racionales: una confianza en Dios solo, sin punto de apoyo. ¡Señor, calma
nuestras tempestades! Danos tu mano.
-“ El viento amainó ”… Tu presencia, Jesús, hizo que amainara el
viento; también me pasa a mí: cuando te invoco, dejo de ver las cosas
negras y comienzo a pensar bien, en un abandono a lo que Dios quiera. No
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sé la cara de los demás compañeros de la barca, pero sí leo su reacción
llena de admiración: « realmente eres Hijo de Dios » (Noel Quesson).
Pienso que muchas veces no conozco bien la realidad cuando me
aparto de ese “Señor, sálvame!”, y tampoco me conozco a mí mismo: la
introspección no es modo principal de conocimiento personal, sino que nos
conocemos en la alteridad, en el diálogo, y ante todo, mirándonos
en ti, Jesús, como en un espejo, y luego mirándonos en esas
experiencias que tenemos del trato con los demás, así, “rumiando”,
crecemos… “En tu luz, Señor, he visto la luz”, dice el salmo, y así,
mirándote a ti, Jesús, “espejeándome en ti”, aprenderé a conocerme, por
ejemplo a rezar y trabajar, al ver cómo compaginabas tu trabajo
misionero -intenso, generoso- con los momentos de retiro y oración .
En el diálogo con su Padre es donde encontrabas la fuerza para tu entrega a
los demás. No será ésta la causa de mis “fracasos” y mi debilidad: que no
sé retirarme y hacer oración? Señor, ayúdame a hacer de la oración el
motor de mi actividad. No se trata de refugiarnos en la oración para no
trabajar. Pero tampoco de refugiarnos en el trabajo y descuidar la oración.
Porque ambas cosas son necesarias en nuestra vida de cristianos y de
apóstoles. Para que nuestra actividad no sólo sea humanamente honrada y
hasta generosa, sino que lo sea en cristiano, desde las motivaciones de
Dios. La barca de los discípulos, zarandeada por vientos contrarios, se ve
fácilmente como símbolo de la Iglesia, agitada por los problemas internos y
la oposición externa. Hoy, como ayer, hay vientos contrarios en el mar del
mundo… También es símbolo de la vida de cada uno de nosotros, con sus
tempestades particulares. Hay una nota decisiva: sin Jesús en la barca,
toda perece hundirse. Cuando te dejamos subir, Señor, el viento
amaina . En los momentos peores, tendremos que recordar tu respuesta,
Jesús: « Ánimo, soy yo, no tengáis miedo ». Y confiar en ti.
2. Jeremías en esta parte que hoy comienza (30) y que llaman "Libro
de la Consolación", anuncia la restauración después del desastre, y se
propone consolar a los desesperados.
En la Biblia se pone en nombre de la voluntad de Dios desgracias que
Él permite, y por eso Jesús rectificará esto diciendo, a propósito del ciego
de nacimiento: « ni él ni sus padres pecaron para que esto le
sucediera...» pero ha sucedido para que se manifiesten en él las
obras de Dios, es decir, la gracia de la curación (Juan 9, 3).
A pesar del mal, también de los pecados, Dios sigue amando: “ -Mira:
restableceré las tiendas de Jacob, me compadeceré de sus
mansiones”, habrá “gritos de alegría” . Será otra vez un pueblo
próspero que se multiplica...
-«Y vosotros seréis mi pueblo, y Yo seré vuestro Dios». Es la
«fórmula de Alianza», admirable, que conviene que llevemos a la oración:
nuestra filiación divina.
3. El salmo nos invita a la confianza: « Cuando el Señor
reconstruya Sión y aparezca su gloria... el Señor ha mirado desde su
excelso santuario para escuchar los gemidos de los cautivos... los
hijos de tus siervos vivirán seguros ...». Llenos de esperanza en el
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futuro, por la fe en la Pascua y en el amor de Dios, podemos estar
tranquilos, sobre todo si acudimos a santa María, nuestra esperanza.
Llucià Pou Sabaté
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