“Éste es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos”
San Mateo 14, 1-12
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
ESCUCHEMOS, HOY, LA VOZ DEL SEÑOR, QUE ES LA VOZ DE LA VERDAD.
En los discursos de despedida que siguieron a la Última cena, Jesús declaró: «Yo soy el
camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6). Jesús es la verdad desconocida y combatida por los
que se dejan instigar por aquel que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44). Ahora
bien, el que sigue a éste no llega a la vida, sino a la muerte. Sin embargo, tiene tantos
seguidores porque en este mundo el éxito de la elección parece producir un efecto
contrario: los testigos de la verdad son aplastados, hechos callar, muertos en los lager
(campos de concentración) de ayer y de hoy. Es una constante de la historia que estallan
persecuciones allí donde hay alguien que dice de modo claro y comprensible, con su vida y
con sus palabras, la verdad de Dios. La verdad es incómoda, del mismo modo que es
incómodo el amor, porque implica la renuncia a nuestros propios intereses egoístas y pide
la apertura al otro.
La Palabra del Señor, una vez más, nos sirve de espejo. ¿En qué rostro nos reconocemos?
¿En el de Jeremías y en el de Juan el Bautista? ¿O en el de los sacerdotes y en el de los
profetas corruptos, o en los de Herodes y Herodías?... Escuchemos, hoy, la voz del Señor,
que es la voz de la verdad.
ORACION
Perdona, Señor, mi poco coraje. Me siento muy semejante a tu apóstol Pedro, que, cuando
le preguntaron si era de los tuyos, negó incluso conocerte. El miedo a perder la compañía
de alguien o un mal entendido respeto humano me frenan a la hora de pronunciar las
palabras, de realizar acciones coherentes con ese Evangelio que, sin embargo, deseo vivir.
En ciertos lugares es motivo de vergüenza declararse cristiano.
Concédeme tu Espíritu de fortaleza: que yo me deje calentar el corazón y encuentre en ti
una alegría más fuerte que cualquier miedo. Haz de mí también un testigo de la verdad que
tú eres.