Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 19, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Me dio a comer el volumen, y me supo en la boca dulce
como la miel * ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor! * Cuidado con despreciar
a uno de estos pequeños
Textos para este día:
Ezequiel 2, 8-3, 4:
Así dice el Señor: Tú, hijo de Adán, oye lo que te digo: ¡No seas rebelde, como la
casa rebelde! Abre la boca y come lo que te doy."
Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un documento enrollado. Lo
desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso; tenía escritas
elegías, lamentos y ayes.
Y me dijo: Hijo de Adán, come lo que tienes ahí, cómete este volumen y vete a
hablar a la casa de Israel." Abrí la boca y me dio a comer el volumen, diciéndome:
Hijo de Adán, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este volumen que te
doy." Lo comí, y me supo en la boca dulce como la miel. Y me dijo: Hijo de Adán,
anda, vete a la casa de Israel y diles mis palabras."
Salmo 118:
Mi alegría es el camino de tus preceptos, / más que todas las riquezas. R.
Tus preceptos son mi delicia, / tus decretos son mis consejeros. R.
Más estimo yo los preceptos de tu boca / que miles de monedas de oro y plata. R.
¡Qué dulce al paladar tu promesa: / más que miel en la boca! R.
Tus preceptos son mi herencia perpetua, / la alegría de mi corazón. R.
Abro la boca y respiro, / ansiando tus mandamientos. R.
Mateo 18, 1-5. 10. 12-14:
En aquel momento, se acercaron los discípulos de Jesús y le preguntaron: ¿Quien
es el más importante en el reino de los cielos?
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: Os aseguro que, si no volvéis a ser
como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga
pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que
acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles
están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.
¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no
deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la
encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que
no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos
pequeños."
Homilía
Temas de las lecturas: Me dio a comer el volumen, y me supo en la boca dulce
como la miel * ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor! * Cuidado con despreciar
a uno de estos pequeños
1. Comerse la Palabra
1.1 La Primera Lectura de hoy nos presenta la extraña imagen de un hombre que
se come un libro. Para mayor paradoja, el libro tiene escritos en él lamentos, pero
es dulce al paladar.
1.2 Lo primero que hay que aprender de esa imagen es que nadie puede hablar de
parte de Dios si no ha escuchado a Dios. El orden propio de las cosas va según lo
dice el lema de los dominicos: Contemplar y llevar a los demás el fruto de lo
contemplado.
1.3 Obsérvese que la Palabra, simbolizada en ese rollo, se recibe de la mano misma
de Dios. Es obvio que Dios ha utilizado muchas mediaciones pero finalmente es Él y
sólo Él quien ejerce su gracia y su acción en nosotros.
2. Jesús y los niños
2.1 Xabier Pikaza nos ofrece una hermosa reflexión sobre el evangelio de hoy.
2.2 "Esta tradición de las relaciones de Jesús con los niños resulta escandalosa y
creadora: él aparece, en el centro de la comunidad mesiánica, como amigo de los
niños a quienes revela el misterio de Dios Padre. Este no es un dato marginal del
evangelio de Jesús , sino expresión de su más honda experiencia de compromiso
liberador y cuidado cercano en favor de los niños.
2.3 "Jesús aparece como amigo (protector, educador) de los niños, asumiendo así
una función que es paterna y materna, propia del mismo Dios, que así viene a
revelarse como padre-madre de los niños: De los que son como ellos es el reino de
los cielos... Precisamente ahí, a través de los niños que han de ser acogidos y
crecer, viene a revelarse el misterio de un Dios Padre, que no sirve para avalar
ningún sistema social o religioso de poder, sino para hacer posible que los niños
reciban camino de vida.
2.4 "Cuando afirma que es preciso acoger a los niños, Jesús no se refiere los padres
o madres en cuanto tales, sino del conjunto de la sociedad (o de la comunidad
cristiana). Esa tarea de acoger a los niños (abrazarles, bendecirles, imponerles las
manos) no es exclusiva o propia de varones o mujeres, sino de los discípulos, es
decir, de personas que han escuchado la llamada del reino. Sólo allí donde los
seguidores de Jesús acogen de esa forma a los niños se puede afirmar que Dios es
Padre...
2.5 "Abba, palabra de niños para el reino. El Dios del reino está vinculado a los
niños y ellos (los niños) son signo de reino... Desde este fondo ha de entenderse la
invocación de Jesús, el Abba, que es palabra propia de los niños y de aquellos que
se hacen como niños. Esta es la palabra más honda que Jesús ha venido a revelar
con su propia vida, no con teorías sobre el sentido de lo paterno, materno o filial.
2.6 "Esta palabra de Jesús se completa con su forma de entender el matrimonio,
como vinculación definitiva de amor (fidelidad) entre dos personas. La legislación
judía avalaba el poder patriarcal del varón, que toma una mujer y puede expulsarla
(con tal de darle el divorcio); no exigía comunión simétrica entre dos personas, ni
diálogo entre iguales, sino autoridad de uno (el varón) sobre la otra (la mujer).
Cuando Jesús cierra el camino del divorcio (Mc 10, 1-12), está enfrentándose con la
institución matriarcal del matrimonio, fundado en el poder de uno sobre otra. En
contra de eso, él no entiende el matrimonio como un contrato donde uno tiene la
parte dirigente y otro la subordinada, como algo que se puede romper a
conveniencia, sino como camino de fidelidad dual, de amor definitivo, abierto a los
niños, que son verdaderos Hijos de Dios Padre".
Fr. Nelson Medina, O.P.