“¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?”
San Mateo 18, 1-5. 10. 12-14
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
HACERSE COMO NIÑOS
Jesús no buscó para sí, durante su vida, cargos públicos ni puestos de prestigio,
tampoco se dejó impresionar por los títulos honoríficos de la gente que tenía delante, ni
por su experiencia, ni por los años, ni por las canas: miraba a cada hombre a los ojos sin
ninguna timidez, leía hasta el fondo sus pensamientos e intenciones. Jesús, para
liberamos de todo desvarío de grandeza y permitirnos construir verdaderas
comunidades, nos indicó el camino del hacemos niños, la vía de la infancia espiritual
recorrida sabiamente por santa Teresa del Niño Jesús.
Lo que une no es la habilidad real o presunta, sino la «pequeñez» acogida en el Hijo, el
hacerse como niños los unos ante los otros y ante Dios. Hacerse como niños no es
poner en marcha un proceso de involución, sino llevar a cabo un cambio radical, una
conversión radical, en nuestro modo de ser ante Dios y ante los otros. Hacerse como un
niño es hacer sitio a la confianza que el pequeño muestra frente a sus padres, a la
serenidad y al optimismo con que mira al futuro. El niño se abre cada día, con una
disponibilidad siempre fresca, a las nuevas experiencias. Hacerse como un niño es
fiarse, no temer «enredos», no hacer cálculos, no preguntarse si y cuánto ganaremos.
Hacerse como un niño es olvidar lo que hemos hecho y lo que hemos sufrido, no
encerramos en nosotros mismos con resentimiento o malhumorados por las amarguras
que hemos pasado. Lo que mantiene la unión no es el acuerdo impecable y perfecto,
sino el perdón recibido y otorgado de manera constante.
Conseguir el corazón, la mente y los ojos de un niño se convierte realmente en una
conquista. Y está fuera de duda que la vive de un modo más consciente y pleno
precisamente quien ha vivido más, quien más se ha entregado, quien más ha sufrido. La
comunidad se constru
ye sobre todo cuando tiene en su centro, como valor absoluto, a aquel que se hizo el
último y siervo de todos: al Señor crucificado, revelación del Dios amor que se hizo
pequeño para acoger a los pequeños. Llegar a ser niños es una espiritualidad que
puede crecer con los años.
ORACION
Señor, ¿debo ser como un niño del evangelio? ¿Yo, Señor, a quien tanto gusta mandar
y hacer que los otros se plieguen a mi voluntad? ¿Yo, que deseo ser el más grande?
¿Yo, que deseo tener siempre razón y obligar a los otros a callar para hacerme
escuchar el primero? ¿Yo, que estallo de cólera para conseguir imponer mis caprichos?
¿Precisamente yo, Señor?
Tómame, Señor, como aprendiz, para llegar a ser un niño del evangelio. Enséñame tu
mandamiento: a amar a Dios sobre todas las cosas y a servir al prójimo en primer lugar.
Enséñame a estar atento a tu Palabra, que cambia la vida. Llévame lejos del orgullo y
de la mentira. Instruye mi espíritu para que pueda buscarte y seguirte con todo el
corazón. ¡Oh Señor, me gustaría tanto llegar a ser un niño del evangelio! (Ch. Singer -
A. Hari, Incontrare Gesú Cristo oggi, Bolonia 1994 [edición española: Encontrar a
Jesucristo hoy, Editorial Verbo Divino, Estella 1993]).