Ser pan partido para la vida del mundo.
2012-08-19
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 6, 51-58
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es
mi carne para que el mundo tenga vida».
Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a
comer su carne?».
Jesús les dijo: «Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no
beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi
sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi
carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha
enviado, posee la vida y yo vivo por Él, así también el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus
padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre». Palabra del
Señor.
Oración introductoria
Jesús, ayúdame a valorar la Eucaristía. El poder vivir para siempre, por Ti, es mi
gran anhelo. Quiero hablar contigo y escuchar tu Palabra para recibirte con el amor
que te mereces; sin ningún interés personal, sólo la ilusión de que me llenes de Ti y
me hagas experimentar tu amor.
Petición
Señor, no permitas que pierda nunca las oportunidades de recibirte en la Eucaristía.
¡Dame siempre de ese Pan!
Meditación
Ser pan partido para la vida del mundo.
«“El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. Con estas palabras el
Señor revela el verdadero sentido del don de su propia vida por todos los hombres
y nos muestran también la íntima compasión que Él tiene por cada persona. En
efecto, los Evangelios nos narran muchas veces los sentimientos de Jesús por los
hombres, de modo especial por los que sufren y los pecadores. Mediante un
sentimiento profundamente humano, Él expresa la intención salvadora de Dios para
todos los hombres, a fin de que lleguen a la vida verdadera. Cada celebración
eucarística actualiza sacramentalmente el don de su propia vida que Jesús hizo en
la Cruz por nosotros y por el mundo entero. Al mismo tiempo, en la Eucaristía Jesús
nos hace testigos de la compasión de Dios por cada hermano y hermana. Nace así,
en torno al Misterio eucarístico, el servicio de la caridad para con el prójimo, que «
consiste precisamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que
no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del
encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de
voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra
persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de
Jesucristo» (Benedicto XVI, Exhortación apostólica Sacramentus caritatis, n. 88).
Reflexión apostólica
«Cuando termina el sacrificio eucarístico, comienza el propio. Al salir de la
celebración eucarística conviene hacer el firme propósito de dar continuidad al
sacrificio de Cristo, sobre todo mediante el esfuerzo por vivir la voluntad de Dios,
entregarse sin reservas a la extensión de su Reino entre los hombres y edificar a la
Iglesia por la vivencia de la caridad» (Manual del miembro del Movimiento Regnum
Christi , n. 235).
Propósito
Hacer una visita al Santísimo, antes o después de la misa, preferentemente con la
familia, para darle gracias a Jesucristo por su Pan, que me da la vida.
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por tu Eucaristía, por el gran don de Ti mismo, gracias por esta
gran prueba de tu amor que deseo ardientemente se prologue durante todo el día.
Quiero pertenecerte siempre. ¡Venga tu Reino a mi corazón! Que nunca me
«acostumbre» a recibirte. Confío en que, con la intercesión de María, sepa
corresponder a tanto amor.
«No estás solo en la lucha por tu santificación y perfección. Cristo está a tu lado, su
gracia te acompaña, la Eucaristía te robustece, su amor no te olvida»
(Cristo al centro, n.755).