Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR
Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia
Homilía de S.E. Cardenal Julio Terrazas Sandoval
XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Basílica Menor de San Lorenzo Mártir
Domingo 19 de agosto de 2012.
Muy queridos hermanos y hermanas:
Hermanos que están en sus hogares, en los campos, en nuestras montañas,
hermanos que están sufriendo por el hambre, por la injusticia, por la falta de paz; a
todos queremos invitarlos a escuchar esta palabra que espero, comience a echar
raíces con esta pequeña lluvia. Creo que ya podemos respirar un poco, ya hemos
tragado bastante polvo, ahora nos toca desear que esto sea una especie de
bendición para quienes estaban esperando esta lluvia para tener los medios
necesarios para vivir.
Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el Pan vivo bajado del cielo”. No es la primera
vez que lo dice, después de haber dado de comer a cinco mil personas había un
ambiente un poco falso sobre lo que era el Señor. Unos ya deseaban proclamarlo
alcalde de la cuidad para que solucione todos los problemas, pero Él ha ido poco a
poco clarificando cual es el sentido del verdadero alimento y de la verdadera vida.
Hoy vuelve a repetir lo mismo: “El que come de este pan vivirá y yo le daré el
pan que es mi carne para la vida del mundo”.
Está tratando de decirles a los discípulos que no ha venido a multiplicar el pan físico
solamente, es importante que eso lo hagan los responsables del país,
pero hambre de pan verdadero solamente lo tienen aquellos que se mueven
por la fe, que se mueven por la palabra del Señor.
“Yo les voy a dar ese alimento-dice Jesús-para que tengan vida y para que esa vida
la comuniquen al mundo”. Ahí está el toque especial que da el Señor, Él no nos
comunica la vida divina para encerrarnos, para estar solo entre nosotros,
es para comunicar esta vida divina al mundo que está azotado por la
muerte constante, por los linchamientos inhumanos, por la pobreza y
miseria de muchos de nuestros hogares, ahí tenemos nosotros que llevar la
promesa de la vida de Dios volcada en nuestros corazones.
Esto causó admiración entre los oyentes ¿Cómo este hombre puede darnos a comer
su carne? ¿Cómo tenemos que comerlo? Son preguntas que pueden ayudar a crecer
en la búsqueda de respuestas auténticas o que pueden achicarnos y quedar como
enanos en la fe. La pregunta puede ser buena pero Jesús vuelve a responderles:
Les aseguro que si no comen la carne del hijo del hombre y no beben su sangre no
van a tener vida en ustedes.
Y vuelve a repetir el Señor, con una insistencia extraordinaria, borrar de la mente
que Jesús es un milagrero que anda haciendo solo cosas para tener aplausos.
Captar que el Señor viene a decirnos “Yo he recibido este mandato del Padre de la
vida y quiero que tengan esta vida, quiero que participen así como yo participo
como mi padre, así quiero que ustedes participen conmigo.
“Este es el pan bajado del cielo, no como el que comieron sus padres y murieron”.
Ese es otro paso que da el Señor. Los judíos estaban pensando que en el desierto
el Padre les enviaba el maná. El señor les dice “no es lo mismo, comieron el maná y
se murieron, ahora ustedes van a comer el pan de la vida y van a vivir otra forma
de existir la existencia de Dios en nosotros”.
Es una participación nuestra en la vida de Dios, eso se hace patente, claro y
asequible aquí en la Eucaristía. Pero recibir la sangre y el cuerpo del Señor
aquí en la Eucaristía tiene que abrirnos también para decirle al mundo que
hay muchos signos de muerte, que nosotros creyentes no nos complicamos
con los que quitan la vida, que nosotros realmente esperamos que la vida
de Dios transforme la vida humana para hacerla más aceptable a la vista
de Dios e inclusive de todos nosotros.
Participar de la vida divina, compartir esa vida con los otros. Cada Eucaristía
nos pone en esta perspectiva, de que se realice lo que el Señor ha prometido,
recibimos la carne y la sangre del Señor de la vida pero eso mismo nos impulsa
para que al salir de nuestros templos podamos hablar de esta vida, podamos
defender esta vida, podamos invitar a todo el mundo a que se deje llenar de la vida
de Dios.
Misión muy difícil mis hermanos, porque nos estamos acostumbrarnos a convivir
con la muerte que se provoca en nuestros ambientes, la muerte que viene de la
delincuencia organizada, la muerte provocada también por quienes están llamados
a conservar la vida
No podemos acostumbrarnos a vivir en medio de sepulcros blanqueados
pero sepulcros al fin, donde no hay vida, donde no hay esperanza, donde
no hay vida, donde no hay amor.
Hoy cuesta hablar de la vida, si el linchamiento ya se está haciendo una
costumbre, la costumbre más brutal y estúpida que puede imaginar una
persona, quemar al adversario vivo, eso no puede ser aplaudido, eso no
puede ser consentido , no sabemos quiénes y porqué pueden mover a unos
hermanos a realizar estos actos que van denigrando la dignidad de nuestros
pueblos.
No podemos estar de acuerdo con los linchamientos, no podemos estar de
acuerdo con aquellos que matan porque dicen que pueden hacer justicia
por su propias manos.
Terrible lo que hemos vivido estos días en nuestro país. Pero más allá de esta
muerte física, causada sin ningún escrúpulo, pensando que así se van a corregir los
errores del prójimo, nosotros tenemos que reaccionar diciendo que aunque
ese hermano este hundido en el error, ese hermanos tiene la esperanza de
convertirse y su vida es sagrada ; puede perder la libertad de estar caminando
(encerrado en la cárcel) pero jamás pueden perder su dignidad y, eso nos toca
defender y decirlo con claridad para que esa vida de Dios penetre frente a los que
no quieren vida sino seguimientos oscuros.
Pero la muerte también puede ser moral mis hermanos , frente a los
comentarios vagos no se puede responder diciendo que eso no se conozca, no se
puede perder la libertad de decirlo y no se puede hacerlo con palabras hirientes de
las personas. Las personas que han trabajado durante tanto tiempo en el
país por la democracia y por la libertad, no se los puede amenazar y
amedrentar diciendo que los van a llevar a juicio o que los van a llevar a la
cárcel.
Eso también es atentado contra la vida, matar moral y espiritualmente a
una persona, quitarle su dignidad, volverlo como un objeto que se puede
utilizar mientras sirve pero cuando ya no nos corresponde lo sacan del
medio.
Si no hay un diálogo por la vida, una clarificación de todo lo que se afirme o se
diga, sino hay la capacidad de sentarnos y decir por qué hay esto o lo
otro. Últimamente se amenaza a personas, se amenaza a las instituciones,
se amenaza a todo el mundo de llevarlos a la cárcel, de hacerles juicio y,
eso es estar jugando con la dignidad del pueblo Boliviano. No hay el pan de
la vida sino el alimento de la esclavitud.
Este pan da la vida mis queridos hermanos, pero pide sin embargo una actuación
diferente a la que estamos acostumbrados y que no quisiéramos que se acostumbre
todo el país.
Lo que nos dice Pablo en la Carta a los Efesios: Cuiden mucho su conducta y no
procedan como necios, no procedan como tontos sino como personas sensatas que
saben aprovechar bien el momento presente porque estos tiempos son malos.
Tenemos que proceder con la sabiduría, con la sagacidad del espíritu que
es el que está en nosotros y llena nuestro corazón e inteligencia. El espíritu
que nos da sabiduría, esa capacidad que se va perdiendo tanto, la sabiduría va
siendo pisoteada, va siendo dejada a un lado y se la va convirtiendo en lenguaje
hiriente, en lenguaje para destrozar al hermano.
No sean irresponsables dice Pablo, sino traten de saber cuál es la voluntad del
Señor.
No dejemos que se anide la irresponsabilidad en nuestras vidas o en
nuestras instituciones. “Llénense del espíritu” dice Pablo. Del Espíritu
Santo que nos hace conocer cuál es la voluntad del Padre.
“Reúnanse, reciten salmos, oren, pidan al padre las gracia que necesitamos como
personas pero también como grupos, como comunidad, como Patria. Una Patria en
la que todos gritan y nadie eleva el corazón a Dios es una Patria que se va
disecando poco a poco.
Se necesita la sabiduría. Esa sabiduría como nos dice el libro de los proverbios:
Edificó su casa, talló sus siete columnas, inmoló sus víctimas, preparó sus vinos y
también preparó su mesa.
La sabiduría, personificada en Jesucristo por voluntad de nuestro Padre es aquella
sabiduría que talla sus siete columnas, que prepara la mesa e invita a esa mesa
después aquellos que están en la incertidumbre, que no saben qué decir o están
temblando de miedo, a esos se los invita. Y también a los que tiene poca
inteligencia, poco entendimiento.
Vengan, coman del pan, beban del vino que yo mezcle, abandonen la ingenuidad y
vivan según el derecho por el camino de la inteligencia.
Esta la invitación que el Señor nos hace hoy: Vengan aliméntense del cuerpo y
sangre del Señor y vivan según el derecho por el camino de la inteligencia no el
camino de las armas, no el camino del linchamiento, no el camino de matar
espiritualmente o moralmente a personas e instituciones.
Que vuelva a nuestro país el lenguaje del hermano, que se imponga de una
vez por todas, la vida de Dios entre nosotros y no la vida mezquina que se
trata de edificar sobre cosas que pasan y no llegarán jamás a gozar de la presencia
definitiva de nuestro Dios.
Hermanos y hermanas, estamos invitados a pedir esta sabiduría durante esta
celebración. Queremos que no falte el pan para la vida material, ya lo decía Juan
Pablo II “Ese pan que necesitan los pobres no puede faltar jamás” Hay que trata de
corregir las ausencias de alimentos pasajeros pero sin olvidar que lo esencial para
nosotros, lo más grande y noble, es alimentarnos con la vida de Nuestro
Dios. AMEN.