EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la vigésima semana del tiempo ordinario
Libro de Ezequiel 34,1-11.
La palabra del Señor me llegó en estos términos:
¡Profetiza, hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel! Tú dirás a esos
pastores: Así habla el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí
mismos! ¿Acaso los pastores no deben apacentar el rebaño?
Pero ustedes se alimentan con la leche, se visten con la lana, sacrifican a las ovejas
más gordas, y no apacientan el rebaño.
No han fortalecido a la oveja débil, no han curado a la enferma, no han vendado a
la herida, no han hecho volver a la descarriada, ni han buscado a la que estaba
perdida. Al contrario, las han dominado con rigor y crueldad.
Ellas se han dispersado por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas
las bestias salvajes. Mis ovejas se han dispersado,
y andan errantes por todas las montañas y por todas las colinas elevadas. ¡Mis
ovejas están dispersas por toda la tierra, y nadie se ocupa de ellas ni trata de
buscarlas!
Por eso, pastores, oigan la palabra del Señor.
Lo juro por mi vida -oráculo del Señor-: Porque mis ovejas han sido expuestas a la
depredación y se han convertido en presa de todas las fieras salvajes por falta de
pastor; porque mis pastores no cuidan a mis ovejas; porque ellos se apacientan a sí
mismos, y no a mis ovejas;
por eso, pastores, escuchen la palabra del Señor:
Así habla el Señor: Aquí estoy yo contra los pastores. Yo buscaré a mis ovejas para
quitárselas de sus manos, y no les dejaré apacentar mi rebaño. Así los pastores no
se apacentarán más a sí mismos. Arrancaré a las ovejas de su boca, y nunca más
ellas serán su presa.
Porque así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me
ocuparé de él.
Salmo 23(22),1-3a.3b-4.5.6.
Salmo de David.
El señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
Evangelio según San Mateo 20,1-16a:
Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de
madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña.
Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza,
les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'.
Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se
han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'.
Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también
ustedes a mi viña'.
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los
obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los
primeros'.
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un
denario.
Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero
recibieron igualmente un denario.
Y al recibirlo, protestaban contra el propietario,
diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo
que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la
jornada'.
El propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no
habíamos tratado en un denario?
Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti.
¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a
mal que yo sea bueno?'.
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos".
Comentario del Evangelio por
San Gregorio Magno (v. 540-604), papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre los Evangelios, n° 19
¿Por qué permanecisteis allí todo el día sin hacer nada?
Podemos repartir estas diversas horas del día entre los años de vida
del hombre. El amanecer, es la infancia de nuestra inteligencia. La tercera
hora puede aplicarse a la adolescencia, porque el sol deslumbra ya, por
decirlo así, desde la altura, en los ardores de la juventud que empiezan a
calentarse. La sexta hora, es la edad de la madurez: el sol se establece allí
como su punto de equilibrio, ya que el hombre está en la plenitud de su
fuerza. La novena hora designa la vejez, dónde el sol desciende, en cierto
modo, desde lo alto del cielo, para que los ardores de la edad madura se
refresquen. En fin, la undécima hora es la edad que se nombra como vejez
avanzada...
Unos son conducidos a una vida honrada desde la infancia, otros
durante la adolescencia, otros en la edad madura, otros en la vejez y otros
por fin en edad muy avanzada, es como si fueran llamados a la vid, a
diferentes horas del día. Examinad pues vuestro modo de vivir, hermanos,
y ved si vosotros actuáis como obreros de Dios. Reflexionad bien, y
considerad si trabajáis en la vid del Señor... El que se descuidó de vivir
para Dios hasta su última edad, es como el obrero que ha estado sin hacer
nada hasta la undécima hora... "¿Por qué habéis estado todo el día sin
hacer nada?" Es como si dijéramos claramente: "Si no habéis querido vivir
para Dios durante vuestra juventud y edad madura, arrepentíos, por lo
menos, en vuestra última edad... Venid, a pesar de todo, hacia los caminos
de la vida"... ¿No fue a la undécima hora cuando el ladrón regresó? (Lc
23,39s) No fue por su edad avanzada, sino por el suplicio con que se
encontró al llegar a la tarde de su vida. Confesó a Dios sobre la cruz, y
expiró casi en el momento en el que el Señor le daba su sentencia. Y el
Dueño de todo, admitiendo al ladrón antes que a Pedro en el descanso del
paraíso, distribuyó bien el salario comenzando por el último.
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