Comentario al evangelio del Martes 21 de Agosto del 2012
Han pasado doce años pero recuerdo perfectamente la escena. La señora Teresa, madre y abuela, hoy
casi centenaria, entró en la sacristía. Sus hijos desempeñaban cargos muy relevantes en varias de las
mayores empresas y bancos del país: “Rece mucho por ellos, padre -me dijo- es muy difícil ser
banquero y justo a la vez”.
Como vemos en el Evangelio, Jesús lo dijo con otras palabras, pero sobre todos nosotros gravita una
amenaza que quizá es sobre todo una constatación: ¡qué difícil es acoger el Reino, gozarlo, si hemos
llenado nuestra vida de otras muchas cosas, especialmente del dinero y de su deseo! Hemos de
preguntarnos sin cesar si no hemos vendido el corazón a otros ídolos.
Pero en estos tiempos en los que la pobreza y la injusticia siguen campando a sus anchas por muchas
partes del mundo mientras en otras nadamos en lo que hemos llamado ‘la crisis’, hay que elogiar en
voz alta a quienes se han arriesgado a crear empresas, mantienen con valentía puestos de trabajo, han
renunciado a parte de su bienestar para compartir con otros, pelean por el bien común e intentan
desempeñar su trabajo honestamente (¡incluso en la banca!). Hay un discurso panfletario que demoniza
inmediatamente palabras como ‘empresario’, ‘dueño’, ‘banquero’ y no refrenda muchas veces su
aparente profecía con una vida evangélicamente más coherente.
Palpémonos todos la ropa antes de levantar el dedo contra el prójimo. Confrontémonos con la Palabra
de Dios y con su Espíritu; Él nos inspirará qué hemos de hacer.
Pedro Belderrain, cmf