EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 6,60-69.
Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién
puede escucharlo?".
Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza?
¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?
El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son
Espíritu y Vida.
Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el
primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a
entregar.
Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo
concede".
Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de
acompañarlo.
Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?".
Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida
eterna.
Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios".
comentario del Evangelio por
San [Padre] Pio de Pietrelcina (1887-1968), capuchino
Epistolario 3, 980; GF, 196s
«Tú tienes palabras de vida eterna»
Ten paciencia y persevera en la práctica de la meditación. Al principio
conténtate con no adelantar sino a pasos pequeños. Más adelante tendrás piernas
que no desearán sino correr, mejor aún, alas para volar.
Conténtate con obedecer. No es nunca fácil, pero es a Dios a quien hemos
escogido. Acepta no ser sino una pequeña abeja en el nido de la colmena; muy
pronto llegarás a ser una de estas grandes obreras hábiles para la fabricación de la
miel. Permanece siempre delante de Dios y de los hombres, humilde en el amor.
Entonces el Señor te hablará en verdad y te enriquecerá con sus dones.
Ocurre a menudo que las abejas, al atravesar los prados, recorren grandes
distancias antes de llegar a las flores que han escogido; seguidamente, fatigadas
pero satisfechas y cargadas de polen, vuelven a entrar en la colmena para realizar
allí la transformación silenciosa, pero fecunda, del néctar de las flores en néctar de
vida. Haz tú lo mismo: después de escuchar la Palabra, medítala atentamente,
examina los diversos elementos que contiene, busca su significado profundo.
Entonces se te hará clara y luminosa; tendrá el poder de transformar tus
inclinaciones naturales en una pura elevación del espíritu; y tu corazón estará cada
vez más estrechamente unido al corazón de Cristo.
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