Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 21, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Conservad las tradiciones que habéis aprendido * Llega el
Señor a regir la tierra * Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar
aquello
Textos para este día:
2 Tesalonicenses 2, 1-3a. 14-17:
Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de
nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por
supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día
del Señor está encima. Que nadie en modo alguno os desoriente.
Dios os llamó por medio del Evangelio que predicamos, para que sea vuestra la
gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así, pues, hermanos, manteneos firmes y
conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por
carta.
Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre que nos ha amado tanto y nos
ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele
internamente y os dé fuerzas para toda clase de palabras y de obras buenas.
Salmo 95:
Decid a los pueblos: "El Señor es rey, / él afianzó el orbe, y no se moverá; / él
gobierna a los pueblos rectamente." R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; / vitoreen los
campos y cuanto hay en ellos. R.
Aclamen los árboles del bosque, / delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir
la tierra: / regirá el orbe con justicia / y los pueblos con fidelidad. R.
Mateo 23, 23-26:
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo
más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad!
Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el
plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!,
limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpio también por fuera."
Homilía
Temas de las lecturas: Conservad las tradiciones que habéis aprendido * Llega el
Señor a regir la tierra * Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar
aquello
1. Un Llamado a la Serenidad
1.1 Hoy parece indudable que la primera predicación cristiana insistía con mucha
fuerza y con mucho entusiasmo en el pronto retorno de Cristo como Señor del
Universo. Entendían estos cristianos que la proclamación de la victoria del
Resucitado no es sencillamente el comienzo de un nuevo orden visible, como si un
genio del derecho se pusiera a reorganizar la sociedad o como si un brillante
filósofo nos diera las claves de una vida feliz. La noticia de la Resurrección es más
bien la declaración del breve tiempo que resta antes de que todo lo visible
comparezca ante Cristo, ya no como Salvador sino como Juez.
1.2 Con ese contexto comprendemos que una cierta prisa de amor llevaba a
algunos de los primeros cristianos a anhelar el retorno de Jesucristo con tal
intensidad que ciertas señales de su tiempo les parecían ya los preliminares de la
gran manifestación del Señor. Las cosas llegaron al extremo de crear cierto
nerviosismo o expresiones de fanatismo en algunos que vivían demasiado atentos a
cualquier mensaje o profecía que fuera en la dirección de sus deseos. Pablo, que
como creyente tanto anhelaba el retorno de Jesús, se vio en el deber de sosegar los
ánimos, como vemos en la primera lectura de hoy.
1.3 Aprendemos de estos hechos que el amor no puede adormecerse con
mediocridad pero tampoco puede exaltarse con nerviosismo. nuestra esperanza es
grande y, por grande, serena.
2. Cristo Indignado
2.1 Los versículos que ayer y hoy hemos encontrado en el evangelio tienen una
impresionante carga de indignación y de reprensión. En pocos lugares del Nuevo
Testamento encontramos a Cristo tan indignado y tan acerado en sus palabras
como en este capítulo 23 de san Mateo.
2.2 Hay razón, desde luego, para ese enojo, y, puesto que toda palabra de Cristo
es enseñanza sus discípulos, aprendamos, hermanos, de este enojo del Señor, así
como en otras ocasiones hemos querido aprender de su sonrisa, su abrazo o su
ternura.
2.3 La razón fundamental de tanto castigo es la hipocresía. Y la razón para castigar
la hipocresía es que nos hace inhábiles para la conversión. Además, la mentira que
nos ciega a nuestros males igualmente nos ciega a los bienes ajenos. El resultado
es que quien no reconoce su daño se afianza en él y daña a los demás.
2.4 Entendemos así que Jesucristo quiere erradicar del mundo la hipocresía por
amor a quienes la practican y por compasión con quienes la padecen.
Fr. Nelson Medina, O.P.