“están llenos de hipocresía y de iniquidad”.
Mt 23, 27-32:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. AY DE USTEDES, ESCRIBAS Y FARISEOS HIPÓCRITAS QUE PARECEN
SEPULCROS BLANQUEADOS!
El Evangelio de hoy nos trae una nueva censura dirigida a los fariseos para precisarles su
vida moral de hipocresía. Su moral es la de los “sepulcros blanqueados.” Jesús continua
condenando fuertemente a los escribas, que eran expertos en la interpretación de la ley,
estos eran en su mayoría de la secta de los fariseos, a quien también Jesús les habla con
mucha claridad, y los siguen considerando hipócritas, y ellos no dejan de fingir cualidades
distintas a las que verdaderamente aparentan tener.
2. EN SU AUTÉNTICA REALIDAD INTERNA ESTABAN LLENOS DE “HIPOCRESÍA E
INIQUIDAD.”
Según el libro de los Números que cualquiera que tocase un muerto, o huesos humanos, o
“un sepulcro,” quedaría legalmente “inmundo” por siete días (Núm 19:16). De ahí la
costumbre preventiva de blanquear los sepulcros antes de las fiestas de “peregrinación,”
sobre todo antes de la Pascua , para lo cual se empezaba esto desde el 15 del mes de
Adar. Esta alusión se lleva como censura global a los fariseos. Aquellos “sepulcros
blanqueados” estaban llenos de “huesos de muerto y de toda suerte de inmundicias.” Así,
los fariseos “aparecen por fuera justos a los hombres,” pero en su auténtica realidad interna
estaban llenos de “hipocresía e iniquidad.”
3. LO QUE CUENTA ES LO QUE SOMOS ANTE LOS OJOS DE DIOS
Jesús al comparar a los hipócritas con “sepulcros blanqueados”, nos quiere demostrar que
muchas veces el exterior está cuidado y resulta hermoso de ver, pero lo que hay por dentro
es descomposición y muerte.
Ya en otros fragmentos del Evangelio (Mt. 6,1), el Señor nos advierte que no hay que hacer
el hacer el bien para que los vean los hombres, porque lo que cuenta es lo que somos ante
los ojos de Dios, y no lo que aparentamos ser ante los hombres.
4. ¡AY DE USTEDES, ESCRIBAS Y FARISEOS HIPÓCRITAS, QUE CONSTRUYEN LOS
SEPULCROS DE LOS PROFETAS!
En la segunda parte del fragmento del evangelio de hoy, Jesús les hace una última censura,
enlazada por la anterior, va sobre los fariseos por homicidas de “profetas” y de “justos.”
“El culto de los sepulcros, tenido en mucho entre los judíos, como lo prueba la veneración
que todavía tributan a los sepulcros de Abraham y de Sara, de Isaac y Jacob, en Hebrón;
de Raquel, cerca de Belén; de David y de varios antiguos profetas, en Jerusalén; de José,
no lejos de Naplusa, ofrecerá también al Salvador ocasión” de otra condenación.
Estas tumbas a las que alude Jesucristo podían ser excavadas en las rocas y realizadas en
forma de monumentos, al estilo del que hoy se llama tumba de Absalón, en el valle de
Josafat. La expresión “que adornan las tumbas” se refiere a ciertas representaciones, sea
en las fachadas o en los subterráneos. La distinción que ha querido verse entre “profetas” y
“justos,” entendiendo que por estos últimos se refería a personajes posteriores a los
profetas, mientras en los primeros se referían a los profetas antiguos, cuyos sepulcros, en
esta época, exigirían una restauración.
5. SI HUBIÉRAMOS VIVIDO EN EL TIEMPO DE NUESTROS PADRES
Los judíos de otras generaciones mataron a “profetas” y a “justos.” Los escribas y fariseos
contemporáneos de Cristo arreglaron estos sepulcros. Pero ellos decían: Si hubiéramos
vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la
sangre de los profetas!. Pero Jesucristo parece sacar una consecuencia de esto: que por
arreglar estos sepulcros son cómplices en la muerte de los que guardan en esos sepulcros;
lo que formula con un gran realismo.
Se separan de sus padres y casi se avergüenzan de ellos, pero no se dan cuenta de que, si
no hacen suya la herencia espiritual de los profetas, siguen matando y su culpa se vuelve
más grave que la de sus padres
6. HIPÓCRITAS NO SÓLO RESPECTO A DIOS Y A LOS HOMBRES, SINO TAMBIÉN
RESPECTO A SU TRADICIÓN E HISTORIA.
Jesús denuncia el doblez de los hipócritas no sólo respecto a Dios y a los hombres, sino
también respecto a su tradición e historia. Sus padres rechazaron y mataron a los profetas.
Ellos creen poder tranquilizar su propia conciencia por el hecho de arreglar estos sepulcros,
es decir, honrando las sepulturas y poniéndoles adornos, especulan que pueden purificar la
memoria del pasado olvidando o buscando justificaciones conmovedoras, y se sienten
inocentes por el hecho de que son capaces de acusar a los otros.
Por el hecho de arreglar estos sepulcros, De esa manera atestiguan contra ustedes mismos
que son hijos de los que mataron a los profetas “De esa manera atestiguan contra ustedes
mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de
sus padres!,.
7. ¡JERUSALÉN, JERUSALÉN!, LA QUE MATA A LOS PROFETAS Y APEDREA A LOS
QUE LE SON ENVIADOS!
En diversos textos del los Evangelios, se nos relata sobre los profetas rechazados,
perseguidos y asesinados. “Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando
os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del
hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el
cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas. (Lucas 6,23), “¡Jerusalén,
Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados”. (Lucas 13,34).
En los tiempos de la peregrinación de Jesús por la tierra, hubo, al igual que hoy, hombres
elegidos y enviados por Dios para ser su portavoz y para agitar la conciencia oscura de su
pueblo, fueron rechazados y perseguidos. El mismo Señor Jesucristo participará del destino
de los profetas, también él será rechazado por los suyos “Un profeta sólo en su patria y en
su casa carece de prestigio”. (Mateo 13,57) y, finalmente, morirá en la Cruz.
El Señor les Bendiga