Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
Contaminación ambiental y moral
Los incendios forestales que anualmente se producen por estas épocas dejan devastadas
valiosas reservas de flora y fauna que todos lamentamos porque se necesitan muchos años
para que el ecosistema se regenere y la vida vuelva a florecer. Este año, en España, los
incendios superaron las 150,000 hectáreas. A un desastre natural se pueden añadir los
agentes de contaminación ocasionados por el hombre, como la explosión producida en la
refinería Amuay, en Venezuela, cuyo grado de contaminación afectará al entorno por
tratarse de sustancias tóxicas. Pero además de los agentes de contaminación física, está
también la moral, aquella ocasionado por el pecado, que es aún más devastadora.
El evangelio nos presenta el conflicto suscitado entre los fariseos porque los apóstoles no se
lavaban las manos antes de comer, incurriendo en impureza. Ellos miran los ritos externos,
pero Jesús les hace ver que lo que realmente ensucia es la impureza interior, porque del
corazón es de donde sale lo bueno o lo malo. “Los robos, las fornicaciones, las homicidios,
los fraudes, las venganzas… salen de dentro y manchan al hombre” (Mc. 7,21).
Actualmente se presta mucha atención al cuidado del medio ambiente y se lucha contra los
agentes contaminantes; pero no prestamos atención a la contaminación nacida del pecado
personal o de las estructuras de pecado. ¡Estas envenena y produce daños irreparables!
Los grupos ecologistas se multiplican más que una Hidra de Lerma. Es innegable cómo van
ganando terreno. Basta ver a las mujeres semidesnudas tirarse a la calle para protestar
contra el uso de las pieles de ming para los abrigos; los presidentes de las potencias
mundiales integran en sus agendas algo sobre ecologismo aunque a juzgar por los
resultados, no parece que les quite el sueño. Y no hablemos de las campañas contra el uso
de bolsas de plástico en los supermercados, la desaparición de las botellas de agua y la
lucha a muerte contra las corridas de toros.
El Papa Benedicto XVI nos invita a ser responsables sobre el uso del medio ambiente
porque la naturaleza es un don de Dios y su cuidado representa un bien para la humanidad,
pero a la ecología ambiental se debe añadir la ecología humana.
El pecado en todas sus manifestaciones contamina y envenena, basta pensar en los daños
que provoca la pornografía. Los portales más visitados son los que exhiben sexo. La
pornografía deja la mente llena de miasmas. ¿Cómo pueden éstos mirar con respeto y
dignidad a una mujer si se han dejado contaminar el cerebro? La contaminación del pecado
del mundo es lo que realmente nos está aniquilando en el orden espiritual, moral, ético y
hasta económico. twitter.com/jmotaolaurruchi