Lo que daña: la desobediencia a la voluntad de Dios.
2012-09-02
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de
Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos
impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron:
«¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de
nuestros mayores?» (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse
antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del
mercado, no comen sin hacer primero las abluciones y observan muchas otras
cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).
Jesús les contestó: «¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando
escribió: * Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es
inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos
humanos !* Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios para aferrarse a las
tradiciones de los hombres».
Después, Jesús llamó a la gente y les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanme.
Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que
sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las
fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias,
los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad.
Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, no permitas que mi oración se convierta en una costumbre o ritual sin
relación con el amor. Por eso no te pido que quites de mi camino las dificultades ni
el trabajo arduo para cumplir siempre y en todo tu voluntad. Sólo te pido tu gracia,
sé que eso me basta para vivir con alegría este día.
Petición
Ven, Espíritu Santo, para que mi oración sea sincera, de corazón, llena de amor.
Meditación
Lo que daña: la desobediencia a la voluntad de Dios.
«La desobediencia, ¿es verdaderamente un camino? ¿Se puede ver en esto algo de
la configuración con Cristo, que es el presupuesto de toda renovación, o no es más
bien sólo un afán desesperado de hacer algo, de trasformar la Iglesia según
nuestros deseos y nuestras ideas?
Pero no simplifiquemos demasiado el problema. ¿Acaso Cristo no ha corregido las
tradiciones humanas que amenazaban con sofocar la palabra y la voluntad de Dios?
Sí, lo ha hecho para despertar nuevamente la obediencia a la verdadera voluntad
de Dios, a su palabra siempre válida. A él le preocupaba precisamente la verdadera
obediencia, frente al arbitrio del hombre. Y no lo olvidemos: Él era el Hijo, con la
autoridad y la responsabilidad singular de desvelar la auténtica voluntad de Dios,
para abrir de ese modo el camino de la Palabra de Dios al mundo de los gentiles. Y,
en fin, ha concretizado su mandato con la propia obediencia y humildad hasta la
cruz, haciendo así creíble su misión. No mi voluntad, sino la tuya: ésta es la palabra
que revela al Hijo, su humildad y a la vez su divinidad, y nos indica el camino»
(Benedicto XVI, 5 de abril de 2012).
Reflexión apostólica
« El auténtico miembro del Regnum Christi, siguiendo las huellas de Jesucristo, sólo
puede realizar su misión en la vida amando: poniéndose cada día en movimiento
por amor, anteponiendo el nosotros al yo, privilegiando el ser sobre el tener,
prefiriendo servir que mandar, viviendo no para sí mismo sino para los demás»
(Manual del miembro del Movimiento Regnum Chrisit , Epílogo).
Propósito
Acercarme a la confesión sacramental, después de un examen de conciencia,
revisando cómo estoy cumpliendo la voluntad de Dios.
Diálogo con Cristo
Gracias, Jesús, por recordarme que lo que debo pedir en la oración es saber
reconocer qué es lo realmente importante en esta vida y qué me puede apartar de
tu gracia. Tú no le temías a nada, no tenías miedo de Satanás ni a las críticas de los
demás. Aunque te causó sudar sangre no tuviste miedo al camino estrecho y arduo
que tendrías que recorrer para cumplir la voluntad de Dios. ¡Dame la luz y la fuerza
de una fe firme para recorrer ese mismo camino!
«La voluntad de Dios debe ser para nosotros el auténtico crisol en donde probemos
nuestra entrega según aquellas palabras de Cristo: “No el que me dice “¡Señor,
Señor!”, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre”»
( Cristo al centro, n.2318).