Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 22, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios * Del
Señor es la tierra y cuanto la llena. * Dejándolo todo, lo siguieron
Textos para este día:
1 Corintios 3, 18-23:
Hermanos: Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este
mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: "Él
caza a los sabios en su astucia." Y también: "El Señor penetra los pensamientos de
los sabios y conoce que son vanos."
Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo,
Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro,
vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Salmo 23:
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, / el orbe y todos sus habitantes: / él la
fundó sobre los mares, / él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? / ¿Quién puede estar en el recinto sacro? /
El hombre de manos inocentes / y puro corazón, / que no confía en los ídolos. R.
Ése recibirá la bendición del Señor, / le hará justicia el Dios de salvación. / Éste es
el grupo que busca al Señor, / que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.
Lucas 5, 1-11:
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de
Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto
a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió
a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra.
Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro y echad las redes para
pescar". Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no
hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes". Y, puestos a la obra,
hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los
socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y
llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro, se arrojó a
los pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador". Y es que
el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él al ver la redada de
peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de
Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas: desde
ahora serás pescador de hombres". Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo
todo, lo siguieron.
Homilía
Temas de las lecturas: Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios * Del
Señor es la tierra y cuanto la llena. * Dejándolo todo, lo siguieron
1. La Ignorancia como Camino de la Sabiduría
1.1 Parece una contradicción lo que nos sugiere el apóstol san Pablo en la primera
lectura de hoy. La sabiduría de este mundo es ignorancia ante Dios; sólo
"haciéndonos" ignorantes llegaremos a ser sabios. ¿Cómo entender estas palabras?
1.2 Pablo no está hablando de aparentar, desde luego. No se trata de "hacerse el
ignorante," como quien oculta algo que sigue creyendo que tiene. Se trata de
volverse ignorante, o como se suele decir hoy, de "desaprender." Porque así como
es importante aprender es igualmente importante desaprender. Así como hay que
conocer cómo se deben hacer las cosas, hay también que olvidar y dejar de lado los
vicios o malos hábitos que nos conducen a obrar como no se debe. De modo que la
propuesta del apóstol, puesta en lenguaje actual, es: "Necesitas desaprender los
caminos del orgullo y la vanidad para empezar a aprender los caminos de la
humildad, la fe y la verdadera sabiduría."
1.3 ¿Y por qué dice él que la sabiduría del mundo es inútil y perniciosa? Por una
razón: lo que se aprende en el mundo y para el mundo es idolatría, de una forma o
de otra. La sabiduría del mundo es ante todo sagacidad, capacidad de lograr las
propias metas, astucia para conseguir lo que se quiere. Y ese es el problema: si el
énfasis está todo en los métodos y procedimientos, mientras que los fines no son
cuestionados, pronto tendremos un mundo de gente que se ataca y destruye con
refinamiento y artimaña, un mundo donde el disimulo y la traición están a la orden
del día.
1.4 La sabiduría de lo alto, la sabiduría divina, es otra cosa. Es entrar en el plan de
Dios, que es salvación para el hombre. Es recuperar el designio original, que
supone que las cosas son para nosotros y no nosotros para ellas. Es encontrarnos,
en fin, con el corazón de Dios Padre y con la posibilidad real de ser hermanos que
comparten, no enemigos que se destruyen.
2. Vencido en su terreno
2.1 Amo particularmente el texto del evangelio de hoy. Porque es un texto de
llamado, desde luego, pero más aún por el modo como Cristo completa el llamado
que ya había hecho a sus primeros discípulos.
2.2 Cristo ya era conocido por Pedro. Para Pedro, Cristo era tal vez un profeta, tal
vez el mejor y más grande maestro y predicador que él hubiera conocido, pero...
hasta ahí. Es decir: Pedro tenía su terreno, el de la pesca, y Cristo tenía el suyo, el
de la predicación y los milagros. Eran dos terrenos diferentes y Pedro quizá se
sentía cómodo con esa frontera que estaba tácita pero muy clara. En el evangelio
de hoy, por el contrario, vemos a Cristo pasar la frontera. Para atraer a Pedro hacia
su terreno, Cristo "invade" el terreno de Pedro. Hoy vemos a Cristo pescando peces
para que mañana Pedro pueda pescar hombres.
2.3 Y ciertamente Cristo no lo hizo mal como pescador de peces en el lago de
Genesaret. ¡Las redes casi se rompían, las barcas casi se hundían bajo el peso de la
pesca más grande que se hubiera visto en aquel lugar! Semejante abundancia
mostró varias cosas a Pedro y a nosotros. Primera, dejemos la idea de los terrenos
separados. Eso de que "esta parte la hago yo y la otra parte la hace Dios" no vale
para el verdadero discípulo. La comunión con el Señor implica que estamos todos
en la siembra y en la siega, en la echada de la red y en su recogida. Segunda
enseñanza: el Señor multiplica nuestros esfuerzos y confirma con su bendición
nuestro trabajo. Y tercera: él, cuando nos llama, no anula lo que hemos sido, sino
que lo plenifica, lo eleva. Como decían los antiguos escolásticos, "la gracia no
destruye sino que perfecciona la naturaleza."
Fr. Nelson Medina, O.P.