EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 5,1-11.
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la
Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y
estaban limpiando las redes.
Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un
poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes".
Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado
nada, pero si tú lo dices, echaré las redes".
Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de
romperse.
Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a
ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí,
Señor, porque soy un pecador".
El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de
peces que habían recogido;
y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de
Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador
de hombres".
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Comentario del Evangelio por : San Patricio (hacia 385-hacia 461), monje
misionero, obispo Confesión, 38-40
“No temáis, desde ahora os haré pescadores de hombre”
De tal maestro como quien nos enseñó esta oración y con tanto amor y deseo
que nos aprovechase, nunca Dios quiera que no nos acordemos de El muchas veces
cuando decimos la oración, aunque por ser flacos no sean todas. Pues cuanto a lo
primero, ya sabéis que enseña Su Majestad que sea a solas; que así lo hacía El
siempre que oraba, y no por su necesidad, sino por nuestro enseñamiento.
Ya esto dicho se está que no se sufre hablar con Dios y con el mundo, que no
es otra cosa estar rezando y escuchando por otra parte lo que están hablando, o
pensar en lo que se les ofrece sin más irse a la mano; salvo si no es algunos
tiempos que, o de malos humores -en especial si es persona que tiene melancolía-
o flaqueza de cabeza, que aunque más lo procura no puede, o que permite Dios
días de grandes tempestades en sus siervos para más bien suyo, y aunque se
afligen y procuran quietarse, no pueden ni están en lo que dicen, aunque más
hagan, ni asienta en nada el entendimiento, sino que parece tiene frenesí, según
anda desbaratado. Y en la pena que da a quien lo tiene, verá que no es a culpa
suya. Y no se fatigue, que es peor, ni se canse en poner seso a quien por entonces
no le tiene, que es su entendimiento, sino rece como pudiere; y aun no rece, sino
como enferma procure dar alivio a su alma: entienda en otra obra de virtud. Esto
es ya para personas que traen cuidado de sí y tienen entendido no han de hablar a
Dios y al mundo junto.
Lo que podemos hacer nosotros es procurar estar a solas, y plega a Dios que
baste, como digo, para que entendamos con quién estamos y lo que nos responde
el Señor a nuestras peticiones. ¿Pensáis que está callado? Aunque no le oímos, bien
habla al corazón cuando le pedimos de corazón.
(Referencias bíblicas: Ez 38,6; Is 49,6; Hch 1,4; Mt 8,11; Mt 4, 19; Jr 16,16; Lc
5,6; Lc 6,17; Mt 28,19)
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