EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 4,38-44.
Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha
fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella.
Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida,
ella se levantó y se puso a servirlos.
Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los
llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
De muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero él los
increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.
Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a
buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de
ellos.
Pero él les dijo: "También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del
Reino de Dios, porque para eso he sido enviado".
Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.
Comentario del Evangelio por : Santa Teresa de Ávila (1515-1582),
carmelita descalza, doctora de la Iglesia Camino de Perfección, c. 24
«Salió y se retiró al desierto»
De tal maestro como quien nos enseñó esta oración y con tanto amor y deseo
que nos aprovechase, nunca Dios quiera que no nos acordemos de El muchas veces
cuando decimos la oración, aunque por ser flacos no sean todas. Pues cuanto a lo
primero, ya sabéis que enseña Su Majestad que sea a solas; que así lo hacía El
siempre que oraba, y no por su necesidad, sino por nuestro enseñamiento.
Ya esto dicho se está que no se sufre hablar con Dios y con el mundo, que no
es otra cosa estar rezando y escuchando por otra parte lo que están hablando, o
pensar en lo que se les ofrece sin más irse a la mano; salvo si no es algunos
tiempos que, o de malos humores -en especial si es persona que tiene melancolía-
o flaqueza de cabeza, que aunque más lo procura no puede, o que permite Dios
días de grandes tempestades en sus siervos para más bien suyo, y aunque se
afligen y procuran quietarse, no pueden ni están en lo que dicen, aunque más
hagan, ni asienta en nada el entendimiento, sino que parece tiene frenesí, según
anda desbaratado. Y en la pena que da a quien lo tiene, verá que no es a culpa
suya. Y no se fatigue, que es peor, ni se canse en poner seso a quien por entonces
no le tiene, que es su entendimiento, sino rece como pudiere; y aun no rece, sino
como enferma procure dar alivio a su alma: entienda en otra obra de virtud. Esto
es ya para personas que traen cuidado de sí y tienen entendido no han de hablar a
Dios y al mundo junto.
Lo que podemos hacer nosotros es procurar estar a solas, y plega a Dios que
baste, como digo, para que entendamos con quién estamos y lo que nos responde
el Señor a nuestras peticiones. ¿Pensáis que está callado? Aunque no le oímos, bien
habla al corazón cuando le pedimos de corazón.
"servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”