Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 23
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará
* Alaba, alma mía, al Señor * ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres para hacerlos
herederos del reino? * Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
Textos para este día:
Isaías 35, 4-7a:
Decid cobardes de corazón: "Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae
el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará." Se despegarán los ojos del
ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del
mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el
páramo será un estanque, lo reseco un manantial.
Salmo 145:
Que mantiene su fidelidad perpetuamente, / que hace justicia a los oprimidos, / que
da pan a los hambrientos. / El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, / el
Señor ama a los justos, / el Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda / y trastorna el camino de los malvados. / El
Señor reina eternamente, / tu Dios, Sión de edad en edad. R.
Santiago 2. 1-5:
Hermanos míos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el
favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien
vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien
vestido y le decís: "Por favor, siéntate aquí en el puesto reservado." Al pobre, en
cambio: "Estate ahí de pie o siéntate en el suelo." Si hacéis eso, ¿no sois
inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad:
¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y
herederos del reino, que prometió a los que lo aman?
Marcos 7, 31-37:
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de
Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas
podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un
lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al
cielo, suspiró y le dijo: "Effetá", esto es "Ábrete". Y al momento se le abrieron los
oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no
lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo
proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: "Todo lo ha hecho bien; hace
oír a los sordos y hablar a los mudos."
Homilía
Temas de las lecturas: Los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará
* Alaba, alma mía, al Señor * ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres para hacerlos
herederos del reino? * Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
1. Maravillas de la visita de Dios
1.1 La primera lectura y el evangelio de hoy nos invitan al asombro frente a las
maravillas de Dios. Este es el Dios grande y poderoso, que hace hablar a los mudos
y oír a los sordos. Después de conocerle, después de ver sus obras, también
nosotros exclamamos: "¡Qué bien lo hace todo!".
1.2 Hay, sin embargo dos contrastes entre las maravillas descritas en el texto del
capítulo 35 de Isaías, y aquellas que nos cuenta el capítulo 7 de san Marcos.
Notemos, por ejemplo, cómo en la promesa de Isaías el ánimo del pueblo redimido
queda unido a su gozo viendo la revancha, el desquite de Dios. Dios triunfa y su
triunfo es victoria sobre los pueblos enemigos del pueblo elegido. En el evangelio,
en cambio, estos elementos de venganza o represalia a los demás han quedado
silenciados. La gran derrotada aquí es la enfermedad, y es el mal mismo el que
recibe daño, no otros pueblos. En el evangelio queda claro que no se trata de pasar
el mal a otros sino de superarlo.
1.3 En segundo lugar, observemos la pasmosa cercanía de Dios en la sanación que
se nos describe en el evangelio. Cristo hace este milagro no sólo liberando de su
mal al enfermo, sino prácticamente acariciando su dolencia, diríamos untándose de
su malestar: usa su saliva para tocar la lengua, mete sus propios dedos en los
oídos. Sabemos que el Señor hubiera podido hacer su milagro de muchas otras
formas y comprendemos que en esto no se trata de hacer espectáculo ni mucho
menos de una especie de "ritual" de curación. El objeto de esa "caricia" a la parte
afectada no puede ser otro que dejar en ese hombre, y en todos nosotros, la
absoluta certeza de su cercanía incondicional y de su amor sin asco.
2. " ¡Effetá! "
2.1 Jesús pronuncia una palabra aramea que quedó tan grabada en el recuerdo de
los discípulos que así fue transcrita al texto griego original y así ha pasado incluso
hasta nuestras traducciones: "Effetá", "Ábrete".
2.2 "Ábrete" dice Jesús a nuestros corazones, tantas veces endurecidos, y lo repite
a nuestras bocas, demasiado tímidas al proclamar la Buena Nueva.
2.3 "Ábrete" dice Jesús a nuestros hogares, tantas veces encerrados en su egoísmo
o esclavizados por las vanidades y trajines de este mundo.
2.4 "Ábrete" dice Jesús a las Cámaras Legislativas, tantas veces cerradas a la vida,
capaces de vender sangre de niños abortados o la estabilidad de las familias del
mañana con tal de lograr unos votos más.
2.5 "Ábrete" dice Jesús a los jóvenes, y quisiera seducir con su amor de luz y fuego
esos corazones que a veces están abiertos a todas las experiencias, a todos los
placeres, a todas la ebriedades, pero no a la ebriedad del Espíritu Santo, ni al
placer de hacer el bien ni a la experiencia de entregar la vida por una causa noble.
2.6 "Ábrete", nos dice el Señor a todos: "dame espacio en tu corazón, dame
espacio en tu país, dame espacio en tus pensamientos, dame espacio en tus
esperanzas". ¡Oh Cristo, mendigo de nuestro espacio de nuestro tiempo, danos la
gracia para darte lo que a ti más que a nadie pertenece! Amén.
Fr. Nelson Medina, O.P.