EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Vigésimo tercer Domingo del tiempo ordinario B
Libro de Isaías 35,4-7a.
Digan a los que están desalentados: "¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios!
Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a salvarlos!".
Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos;
entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de
júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa;
el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales; la
morada donde se recostaban los chacales será un paraje de caña y papiros.
Salmo 146(145),7.8-9a.9bc-10.
Hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos,
abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.
El Señor protege a los extranjeros
y sustenta al huérfano y a la viuda;
el Señor ama a los justos
y entorpece el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.
¡Aleluya!
Epístola de Santiago 2,1-5.
Hermanos, ustedes que creen en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no hagan
acepción de personas.
Supongamos que cuando están reunidos, entra un hombre con un anillo de oro y
vestido elegantemente, y al mismo tiempo, entra otro pobremente vestido.
Si ustedes se fijan en el que está muy bien vestido y le dicen: "Siéntate aquí, en el
lugar de honor", y al pobre le dicen: "Quédate allí, de pie", o bien: "Siéntate a mis
pies",
¿no están haciendo acaso distinciones entre ustedes y actuando como jueces
malintencionados?
Escuchen, hermanos muy queridos: ¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este
mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que ha prometido
a los que lo aman?
Evangelio según San Marcos 7,31-37.
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de
Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.
Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.
Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y
con su saliva le tocó la lengua.
Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa:
"Abrete".
Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar
normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más
insistía, ellos más lo proclamaban
y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los
sordos y hablar a los mudos".
Comentario del Evangelio por :
Juan Taulero (hacia 1300-1361), dominico en Estrasburgo
Sermón 49
«Todo lo que hace es admirable: hace oír a los sordos y hablar a los
mudos»
Es preciso que examinemos de cerca qué es lo que hace que el hombre sea
sordo. Por haber escuchado las insinuaciones del Enemigo y sus palabras, la
primera pareja de nuestros antepasados han sido los primeros sordos. Y nosotros
también, detrás de ellos, de tal manera que somos incapaces de escuchar y
comprender las amables inspiraciones del Verbo eterno. Sin embargo, sabemos
bien que el Verbo eterno reside en el fondo de nuestro ser, tan inefablemente cerca
de nosotros y en nosotros que nuestro mismo ser, nuestra misma naturaleza,
nuestros pensamientos, todo lo que podemos nombrar, decir o comprender, está
tan cerca de nosotros y nos es tan íntimamente presente como lo es y está el Verbo
eterno. Y el Verbo habla sin cesar al hombre. Pero el hombre no puede escuchar ni
entender todo lo que se le dice, a causa de la sordera de la que está afectado... Del
mismo modo ha sido de tal manera golpeado en todas sus demás facultades que es
también mudo, y no se conoce a sí mismo. Si quisiera hablar de su interior, no lo
podría hacer por no saber dónde está y no conociendo su propia manera de ser...
¿En qué consiste, pues, este cuchicheo dañino del Enemigo? Es todo este
desorden que él te hace ver y te seduce y te persuade que aceptes, sirviéndose,
para ello, del amor, o de la búsqueda de las cosas creadas de este mundo y de todo
lo que va ligado a él: bienes, honores, incluso amigos y parientes, es decir, tu
propia naturaleza, y todo lo que te trae el gusto de los bienes de este mundo caído.
En todo esto consiste su cuchicheo...
Pero viene Nuestro Señor: mete su dedo sagrado en la oreja el hombre, y la
saliva en su lengua, y el hombre encuentra de nuevo la palabra.
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