Comentario al evangelio del Jueves 13 de Septiembre del 2012
Amar al enemigo
Mientras se predique en la Iglesia este Evangelio, el mensaje de Jesús estará a salvo, aunque sus
seguidores nademos en la mediocridad. Si el amor es el centro del Evangelio, estas exigencias son la
guinda del amor. Aquí todo es revolucionario y subversivo. Y una revolución muy especial; porque,
de entrada, no intenta cambiar una sociedad, unas minorías, unos empobrecidos; ni derriba
impedimentos de estructuras o personas fuera de uno mismo. Es el discípulo de Jesús el que ha de
cambiar; es a él a quien le hiere esa “revolución”: amar al enemigo es terrible.
Como en un texto escolar, podemos señalar estas partes en el evangelio de hoy. a) Exhortación
solemne: Amad, bendecid, orad. Con un objeto difícil: a vuestros enemigos, a los que os odian, a los
que os maldicen. b) Lo expresa con unas imágenes expresivas: Si te dan en una mejilla, le pones la
otra; al que te quite la capa le dejas la túnica. c) Apunta las razones: Lo contrario también lo hacen los
pecadores. d) Ofrece las promesas de Dios: tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es
bueno con los malvados.
El perdón al enemigo es la prueba de fuego del amor del cristiano. Aquí no cabe que se cuele el
egoísmo, el buscar algo a cambio o algún otro deseo menos puro. El amor ha de ser sin límites ni
condiciones, es decir, todo “por gracia”, como de Dios lo hemos recibido, como nos enseñó el Señor,
“Como yo os he amado”. Ya sé que estamos tocando fondo… como que es tocar el corazón de Dios.
Que lejos está este mensaje de Jesús de la ley del Talión (el ojo por ojo), agazapada todavía en la voz
de algunos cristianos, aunque les dé vergüenza formularla así. Puede ser que nos cueste identificarnos
con las palabras de Jesús: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Pero, por lo menos,
que se vea que este es nuestro ideal y nuestra norma de vida. Sólo haciendo las cosas “por gracia”, y
no sólo por mera justicia como la entienden los hombres, se romperá la espiral o el eslabón de la
violencia y nos acercaremos a la reconciliación. No hay que esperar a que el otro pida perdón para
otorgar nuestro perdón. “Dios es bueno con los malvados y desagradecidos”. ¿Más claro?
Conrado Bueno, cmf